miércoles, 19 de marzo de 2014

LIDERANDO PERSONAS EL LIDER RESONANTE CREA MAS. DIA 6. La Motivacion para el cambio. (Daniel Goleman, Richard Boyatzis, y Annie Mckee)

LIDERANDO PERSONAS

EL LIDER RESONANTE CREA MAS. DIA 6.  La Motivacion para el cambio. (Daniel Goleman, Richard Boyatzis, y Annie Mckee)

La motivación para el cambio en multitud de ocasiones se produce cuando recibimos o nos autogeneramos un “chispazo” que nos hace conectarnos con nuestro yo ideal.

PRIMER DESCUBRIMIENTO: EL YO IDEAL COMO COMIENZO DEL CAMBIO.
El hecho de conectar con nuestros propios sueños e ideales libera tal pasión, entusiasmo y energía que, en el caso del líder puede acabar contagiando a sus subordinados.

En este sentido hare un inciso en recordar lo que en psicología se llama el efecto Pigmalión, o la teoría de la profecía autocumplida.

Las expectativas son creencias profundas que las personas tenemos sobre las posibilidades, sobre el potencial que otros seres humanos o nosotros mismos poseemos. Cuando creemos que existe algo de un valor extraordinario, surge de forma natural el deseo ardiente de hacerlo surgir. Su importancia en el mundo de la educación es bien patente. Cuando se espera lo mejor de un niño y se le sabe transmitir ese sentimiento de tal manera que lo capte, qué raro es que salgamos defraudados. Sin embargo, cuando esperamos poco o nada del niño, con qué facilidad le anulamos. Esto lo podemos extrapolara perfectamente la relación del líder con sus equipos.

Hace unos años, el profesor Rosenthal, catedrático de Psicología de la Universidad de Harvard, hizo un controvertido estudio para ver hasta qué punto las expectativas que tenemos acerca de los demás influyen en su desempeño. El Dr. Rosenthal, con el beneplácito del director de un colegio de Massachusetts y de los padres de los alumnos que iban a ir a ese colegio, les catalogó al azar como estudiantes de gran potencial o como estudiantes de escaso potencial. A los nuevos profesores de esos chicos se les comunicó cuáles eran los estudiantes de gran potencial y cuáles los de escaso potencial. Ninguno de dichos profesores sospechaba que estaban formando parte de un “experimento educativo” y que la potencialidad de los niños se había decidido por puro azar.

El efecto Pigmalión  o la teoría de la profecía autocumplida.

El resultado fue que aquellos estudiantes catalogados como de gran potencial consiguieron muy buenos resultados académicos, mientras que los catalogados como de escaso potencial consiguieron pobres resultados. Lo sorprendente fue que algunos de los jóvenes que habían obtenido pobres resultados académicos, habían tenido muy buenas calificaciones en la institución en la que habían estudiado previamente. Por otro lado, algunos de los estudiantes que obtuvieron las mejores calificaciones, habían sido anteriormente unos medianos estudiantes.



Hemos nacido del corazón de las grandes estrellas y por eso existimos para brillar.

Cuando el Dr. Rosenthal interrogó a los profesores acerca de la evolución de sus alumnos, se dio cuenta de que cuando los chicos no comprendían algo, pero eran vistos como de alto potencial, los profesores les apoyaban más y les explicaban las cosas de otra manera hasta que las entendían. Sin embargo, cuando los chicos no entendían y habían sido etiquetados como de bajo potencial, los profesores dejaban de esforzarse a la hora de enseñarles. Cuando los alumnos considerados como brillantes cometían un error, los profesores eran más indulgentes que cuando el error lo cometían aquellos estudiantes percibidos como de escaso potencial. Además cuando estos hacían las cosas bien, los profesores tendían a pensar que simplemente habían tenido suerte.

No se trata de calificar el nivel de los profesores de dicho colegio, o de si la muestra es estadísticamente significativa. De lo que se trata es de reconocer la importancia que tienen las expectativas. 

Esto es lo que se conoce como el efecto Pigmalión. Muchos médicos griegos conocían bien el poder de las expectativas en la curación de sus enfermos. También los romanos reconocieron su gran importancia y las incluyeron en su mitología a través de la figura de Pigmalión.

El líder debe de tener la modulación emocional necesaria para entender y anticipar sus reacciones ante los estímulos, y gestionando esto podrá gestionar las emociones y sus impactos en los demás, por lo que creo que el conocer la teoría de las profecías autocumplidas es de bastante ayuda, así como el conocer la teoría de la indefensión aprendida.

Teoría de la indefensión aprendida.

De acuerdo con Wikipedia, la indefensión aprendida o adquirida (learned helplessness) es una condición psicológica en la que un sujeto aprende a creer que está indefenso, que no tiene ningún control sobre la situación en la que se encuentra y que cualquier cosa que haga es inútil. Como resultado, la persona permanece pasiva frente a una situación dolorosa o dañina, incluso cuando dispone de la posibilidad real de cambiar estas circunstancias.

La indefensión aprendida fue postulada por el psicólogo Martin Seligman.  Seligman exponía a dos perros, encerrados en grandes jaulas, a descargas eléctricas ocasionales. Uno de los animales tenía la posibilidad de accionar una palanca con el hocico para detener esa descarga, mientras el otro animal no tenía medios para hacerlo. El tiempo de la descarga era igual para ambos, ya que la recibían en el mismo momento, y cuando el primer perro cortaba la electricidad, el otro también dejaba de recibirla.

En cualquier caso, el efecto psicológico en ambos animales era muy distinto; mientras el primero mostraba un comportamiento y un ánimo normal, el otro permanecía quieto, lastimoso y asustado, con lo que la importancia de la sensación de control en el estado de ánimo parecía demostrada. Incluso cuando la situación cambiaba para el segundo animal, y ya sí podía controlar las descargas, era incapaz de darse cuenta y seguía recibiendo descargas sin intentar nada para evitarlo.

La teoría de la indefensión aprendida ha sido utilizada para explicar el mecanismo de la depresión. Cuando estamos deprimidos percibimos que nuestra situación vital es dolorosa, y no distinguimos ninguna solución ni ninguna posible vía de escape a nuestro alcance; nos sentimos mal y no podemos hacer nada para cambiarlo. El razonamiento se nubla y aún las opciones que de otra forma veríamos como viables ya no parecen ser siquiera opciones. (Esto se puede llevar a la vida profesional y nos puede ocurrir a nosotros y nuestros colaboradores, seguro que reconocemos alguna situación).
Sin embargo, no todos los canes con los que Seligman experimentó se volvieron “depresivos”. De los 150 animales en los experimentos (en los 60), una tercera parte no exhibieron dicho comportamiento, sino que encontraron la manera de salir de ese comportamiento a pesar de su experiencia previa.
La característica correspondiente en seres humanos tiene una correlación directa con el optimismo, con un estilo que aprecia la situación como no-personal o permanente.

Dicho de otra forma, un porcentaje de los perros exhiben la capacidad de superar una situación de estrés y presión psicológica.

Si una persona ha fallado en el pasado en algún objetivo, profesión o actividad puede llegar a la conclusión errónea de que no tendrá éxito en el futuro, exhibiendo algunas de las características descritas por Seligman.
Los experimentos de Seligman están ligados directamente con la noción de control que tenemos sobre nuestras vidas, ayudando a contrarrestar los sentimientos de ansiedad e impotencia.

En la medida en que pensamos que las cosas están fuera de nuestro control, el sentido de responsabilidad y sobre todo de noción de influencia sobre nuestras vidas y el entorno disminuye.
Si tú piensas que no tienes poder para marcar una diferencia, dejas de intentar, y entonces es fácil dejarse llevar por la corriente, en un estado de indefensión y de sumisión.

Para recobrar o reforzar el sentido de influencia y de poder personal, hay que empezar con lo que está al alcance, para ir reforzando la autoestima, poco a poco, con pasitos de bebé, para luego caminar, luego correr y –¿por qué no?– hasta volar.

Y de verdad, al estar escribiendo estoy abandonando la línea de Goleman del líder resonante para ir enlazando conceptos, y aquí, en este punto, debo de irme a Stephen Covey.

Circulo de preocupación y área de influencia. Claves para un liderazgo optimista inteligente.

El circulo, un perímetro mágico que nos sirve para acotar las cosas, para establecer un límite perfecto, para adicionar, para establecer una coherencia en la relación entre el tiempo, los sucesos de nuestra realidad y nuestra percepción. Un ciclo. Un periodo. Un principio y un fin que no cesan, y que se enlazan.

R. Covey, utiliza una figura de tres círculos concéntricos para, entre otras cosas,  analizar las actitudes personales hacia los problemas de nuestro entorno y los estímulos que recibimos.

El círculo interior es el círculo de control en el que se encuentran todas aquellas actividades e intereses cuyo resultado depende principalmente de uno mismo.

El siguiente circulo concéntrico exterior, lo denomina área de influencia. Esta área comprende intereses, objetivos, actividades, donde uno no ejerce el control, pero sí que ejerce un efecto en el resultado, a través de la influencia de la personalidad, las elecciones, el modo de actuar.
El último círculo exterior, el que remata este esquema con forma de diana, es el círculo de preocupación. En él se comprenden todos aquellos asuntos sobre los que no tenemos ningún tipo de control, ni ningún tipo de posibilidad de influir, pero nos preocupan, y les dedicamos tiempo, aunque solo sea para pensar.
Este modelo sirve por un lado, para clasificar y colocar en uno u otro de los tres aros, nuestros intereses y nuestras preocupaciones.

Dependiendo de nuestra conducta nos centraremos mas en cosas que controlamos, y seremos proactivos, o, malgastaremos nuestras energías en asuntos sobre los que no tenemos control, ni podemos influir, y nos convertiremos en personas reactivas.

Pero lo mas curioso, lo que nos lleva a pensar seriamente en las opciones, como en algo mas trascendente de lo que podría parecer  es que "cada uno se interesa, se preocupa, y atiende lo que le da la gana", es el hecho de que con nuestra conducta y nuestras elecciones, estamos definiendo nuestro modelo personal y nuestra evolución, y por tanto nuestro estilo de liderazgo, resonante o disonante.

Las personas que se centran en su círculo de control, lo aumentan, y aumentan su área de influencia.

Las personas que se centran en su círculo de preocupación, estarían reduciendo su círculo de control y su área de influencia.

¿Te has planteado cuantas veces tratas de controlar situaciones de tu vida que no dependen de ti al cien por cien? ¿Y cuántas otras tienes la sensación de perder el control de todo?

Cuando pretendemos controlar alguna situación de nuestra vida, que no depende del todo de nosotros y por tanto no sale como  nos gustaría, la frustración y la sensación de fracaso no tardarán en venir a visitarnos tarde o temprano pensamientos como, “No soy suficientemente buena para conseguirlo” “No lo merezco”, “No valgo” , e irán minando poco a poco la confianza en nosotros mismos y en nuestra valoración personal. Si además lo proyectamos ¿cual será el impacto previsible en nuestro equipo? (¿estaremos favoreciendo la indefensión aprendida?)

Cuando queremos controlarlo todo, el efecto inmediato es la sensación de no controlar nada y sentirnos frustrados para ello.

Empezar por asumir que yo solo puedo cambiar aquellas circunstancias y hechos que están bajo mi zona de influencia, hacen la diferencia.

En la medida en que centre mis energías en mí  y en mi zona de influencia, esta se irá haciendo más grande, porque al final si trabajo sobre mí, también esto influirá en mis circunstancias. Y además tendré más energías positivas. El área de influencia es la zona sobre la que tengo un control real o directo. (La buena suerte de Alex Rovira Celma y Fernando Trías de Bes).

Covey, define una segunda área de control indirecto, que involucra la conducta de otras personas y se trabaja cambiando nuestros métodos de influencia con los demás, utilizando con los demás el ganar-ganar, la escucha activa, empatía , la colaboración.

En esta área no tengo influencia total, pero si tengo influencia sobre la relación que se genera con el otro, en función a las estrategias que ponga en funcionamiento.

En el tercer área que es la de inexistencia de control por nuestra parte, eso quiere decir que no podemos hacer nada para cambiar la situación pues no depende de nosotros, lo único que podemos cambiar es nuestra actitud respecto a esta realidad que no depende de mí ser cambiada, para que nos afecte lo menos posible y recuperar el poder sobre nosotros mismos.

Darme cuenta de cuáles son mis áreas de influencia, y que soy únicamente responsable de mis pensamientos, de mis sentimientos y de mis acciones pero no de las de otros, relaja la ansiedad frente a la necesidad de control y seguridad.
Según Covey, las personas proactivas centran sus esfuerzos en el círculo de influencia. Se dedican a las cosas con respecto a las cuales pueden hacer algo. Su energía es positiva: se amplía y aumenta, lo cual conduce a la ampliación del círculo de influencia.

Por otra parte, las personas reactivas centran sus esfuerzos en el círculo de preocupación. Su foco se sitúa en los defectos de otras personas, en los problemas del medio y en circunstancias sobre las que no tienen ningún control. La energía negativa generada por ese foco, combinada con la desatención de las áreas en las que se puede hacer algo, determina que su círculo de

Para terminar hay una frase que me gusta, se llama Oración de la Serenidad ydesde mi punto de vista resume muy bien lo que os cuento en este post, y dice así:

Señor, concédeme serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, valor para cambiar las que puedo cambiar y sabiduría para conocer la diferencia.”

CUÁL ES EL PRINCIPIO 10/90?

El 10% de la vida está relacionado con lo que nos pasa, y el 90% de la vida está relacionado con la forma en cómo reaccionamos.

¿Qué quiere decir ésto?

Nosotros realmente no tenemos control sobre el 10% de lo que nos sucede. No podemos evitar que el coche se averíe, que el avión llegue tarde,… lo que tirará por la borda  todo nuestro plan. Un automovilista puede obstaculizarnos en el tráfico.

No tenemos control de este 10%. Nos viene dado.

El otro 90% es diferente. Nosotros determinamos ese otro 90%. ¿Cómo?… Con nuestra reacción. Tú no puedes controlar el semáforo en rojo, pero puedes controlar tu reacción. No dejes que la gente se aproveche de ti. Tú puedes controlar cómo reaccionar.

Usemos un ejemplo…

Estás desayunando con tu familia. Tu hija tira una taza de café y salpica tu camisa de trabajo. Tú no tienes control sobre lo que acaba de pasar.
Lo siguiente que suceda será determinado por tu reacción. Supongamos que tú maldices, regañas severamente a tu hija porque te tiró la taza encima; ella rompe a llorar.

Después de regañarle, te vuelves a tu esposa y la criticas por colocar la taza demasiado cerca del borde de la mesa. Y sigue una batalla verbal. Tú vociferando vas a cambiarte la camisa; cuando acabas, encuentras a tu hija demasiado ocupada llorando y terminándose el desayuno, para estar lista para la escuela; tu hija pierde el autobús.

Tu esposa debe irse inmediatamente para el trabajo. Te apresuras a coger el coche y llevas a tu hija a la escuela. Debido a que ya vas con retraso, conduces a 65 km/h, cuando la velocidad máxima permitida es de solamente 50 km/h. Después de 15 minutos de retraso y ganarte una multa de tráfico de 100 €, llegas a la escuela.

Tu hija corre a su clase sin decirte adiós.

Después de llegar a la oficina 20 minutos tarde, te das cuenta de que se te olvidó el maletín. Tu día empezó mal; y parece que se pondrá cada vez peor. Estás loco por llegar a tu casa. Cuando llegas a tu casa, encuentras un claro distanciamiento en tu relación con tu esposa y tu hija. ¿Por qué? Pues debido a cómo reaccionaste por la mañana.

¿Por qué tuviste un mal día?

• A) ¿Tu hija lo causó?
• B) ¿El café lo causó?
• C) ¿El policía lo causó?
• D) ¿Tú lo causaste?

La respuesta es la “D”. Tú no tenías control sobre lo que pasó con el café. La forma en cómo reaccionaste esos 5 segundos fue lo que causó tu mal día. Te presento lo que debió haber sucedido: El café te salpica. Tu hija está a punto de llorar. Tú, amablemente, le dices: “Está bien, cariño, sólo necesitas tener más cuidado la próxima vez”. Después de ponerte una camisa nueva y coger tu maletín, miras a través de la ventana y ves a tu hija tomando el autobús escolar. Ella se vuelve y te dice adiós con la mano.
¿Notas la gran diferencia? Dos desarrollos diferentes. Ambos empezaron igual. Ambos terminaron de diferente forma. ¿Por qué? Por el principio 10/90.
Tú realmente no tienes control sobre el 10% de lo que sucede. Pero el otro 90% se determinó por tu reacción.

Aquí están algunas formas de aplicar el Principio 10/90: Si alguien te dice algo negativo acerca de ti, no te lo tomes muy a pecho; deja que el ataque caiga como el agua sobre el aceite.

No dejes que los comentarios negativos te afecten, reacciona apropiadamente, y no arruinarás tu día. Una reacción equivocada podría ocasionar la pérdida de un amigo, ser despedido, te puedes estresar,…

¿Cómo reaccionas si alguien te interrumpe en el tráfico? ¿Pierdes tu carácter?, ¿golpeas sobre el volante?, ¿maldices?, ¿te sube la presión? ¿A quién le preocupa que llegues 10 segundos tarde al trabajo? ¿Por qué dejar que los coches te arruinen el viaje?

Recuerda el Principio 10/90 y no te preocupes.

Tú has dicho que perdiste el empleo. ¿Por qué perder el sueño y ponerte enojado? No funcionará. Usa la energía de preocupación y el tiempo, para encontrar otro trabajo.

El avión viene con retraso. Va a arruinar la programación de tu día. ¿Por qué manifestar frustración con el encargado de la aerolínea? Él no tiene control de lo que está pasando. Usa tu tiempo para estudiar, conocer a otros pasajeros. ¿Por qué estresarse? Eso hará que las cosas se pongan peor.

Ahora ya conoces el Principio 10 – 90. Aplícalo y quedarás maravillado con los resultados. No perderás nada si lo intentas.

El Principio 10 – 90 es increíble. Muy pocos lo conocen y aplican este principio. ¿El resultado? Millones de personas están sufriendo de un estrés por el que no vale la pena sufrimientos, problemas y dolores de cabeza.

Todos debemos entender y aplicar el Principio 10 – 90. ¡Puede cambiar tu vida!