domingo, 10 de marzo de 2013

LIDERANDO PERSONAS EL LIDER RESONANTE CREA MAS. DIA 2. EL LIDERAZGO RESONANTE. (Daniel Goleman, Richard Boyatzis, y Annie Mckee).


Hoy, leyendo “El Mundo”, ha habido una noticia que me ha sorprendido. En el artículo de la pagina 24, “Un conclave con sabor americano”, en uno de los dos puntos del subtitulo se leía “La capacidad de generar entusiasmo, uno de los detallas que inclinará la balanza”. Es curioso porque está muy relacionado con lo que comento hoy.

La iglesia busca un líder, un líder resonante y capaz de reilusionar. Estamos en el siglo de las emociones positivas como instrumentos de movilización al cambio.

Don Luis Galindo, querido maestro, mi más querida enhorabuena por la segunda edición de “Reilusionarse”.

LIDERANDO PERSONAS

EL LIDER RESONANTE CREA MAS. DIA 2.  EL LIDERAZGO RESONANTE. (Daniel Goleman, Richard Boyatzis, y Annie Mckee).



Definiremos el liderazgo resonante, primero, por oposición al liderazgo disonante que es el tipo de liderazgo que se halla desconectado de los sentimientos del grupo, movilizando sus emociones negativas y sumiéndolo en una espiral descendente que comienza en la frustración y termina en el resentimiento, el rencor y la rabia.

Es un liderazgo carente de empatía y que en lugar de centrar la atención a la misión, la desvía centrándolo n el malestar colectivo.

El liderazgo resonante, por el contrario, sintoniza con los sentimientos de las personas y los encauza en una dirección emocionalmente positiva. Al expresar sinceramente sus valores y sintonizar con las emociones de las personas que le rodean, este líder conecta, y desde la conexión, moviliza.

El líder resonante despliega optimismo y entusiasmo, despiertan de manera natural la resonancia y su pasión y entusiasmo reverberan en todo el grupo, de ahí que saben movilizar a través de la empatía. Es importante y no es baladí la necesidad de establecer conexión emocional, pues esta conexión es la que infunde un significado especial al trabajo, es el facilitador al liderazgo transcendente. El líder emocionalmente inteligente sabe establecer estos vínculos.

¿Podemos hablar de “engagement” sin liderazgo resonante?, desde luego que no, cuando el líder carece de resonancia, el grupo se limita a llevar a cabo su trabajo sin dar lo mejor de sí mismos, sin esa voluntad de marcar la diferencia. El líder no dudo que sepa mandar, pero sin llegar al corazón, desde luego ignora el dirigir.

EL LIDER DISONANTE.

Disonancia.
(Del lat. dissonantĭa).
1. f. Sonido desagradable.
2. f. Falta de la conformidad o proporción que naturalmente debe tener algo.
3. f. Mús. Acorde no consonante.
hacer ~ algo.
1. loc. verb. Parecer extraño y fuera de razón.
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El líder disonante carece de armonía, por lo que crea grupos emocionalmente discordantes en los que las personas tienen la continua sensación de hallarse desconectados de los demás.

Enfado, miedo, apatía y hosquedad, son signos claros de este liderazgo.

La interacción de estos líderes crean auténticos estragos emocionales, dado que el ataque conlleva implícito un mensaje de emocional de rechazo y desprecio (pese a que hay lideres que confunden el atacar con el dar feedback).

Es interesante el término “inundación” que explica John Gottman cuando se refiere a la intensidad de la reacción de lucha o huida que pueden desencadenar los mensajes despectivos, que llegan a provocar un aumento súbito del ritmos cardiaco de hasta veinte o treinta pulsaciones por minuto acompañado de una abrumadora sensación de angustia. Cuando una persona se ve “inundada” de esta manera, su desbordamiento emocional le hace imposible escuchar lo que se le dice sin distorsiones, su pensamiento se torna confuso, no puede responder con claridad,  y es mas proclive a emitir reacciones más rudimentarias y propias del cerebro reptilico, por lo que es muy probable que el encuentro termine rápido. Como resultado, la persona afectada no tarda en desconectarse “dando largas” o aumentando la distancia emocional e incluso la física. ¿Por qué nos cuesta tanto darnos cuenta de estas cosas?, ¿Estaremos más pendientes del como “yo” me encuentro, que el clima emocional de la otra persona o grupo?, y habiendo constatado esta situación analizada por Gottman ¿Por qué persistimos en lanzar estos mensajes emocionalmente devastadores?

La respuesta mas habitual de los jefes que pierden los estribos es ponerse a la defensiva, eludir la propia responsabilidad o dar largas evitando el contacto emocional, por eso vemos mucho jefe toxico y poco líder. La disonancia es la principal causa del síndrome de “burnout”, las hormonas del estrés.

Aunque hay más hormonas involucradas cuando nos sentimos estresados, las principales son dos: la adrenalina y el cortisol.

Conocer cuál es su función y cómo nos afectan puede ayudarnos a comprender cómo afronta el estrés nuestro cuerpo. De esta manera, será más fácil controlarlo.

El estrés está ligado a nuestro instinto de supervivencia. Nuestro cuerpo está “programado” para reaccionar rápidamente ante situaciones peligrosas o de emergencia.

Este instinto se desarrolló en tiempos remotos de la humanidad, cuando vivíamos rodeados de depredadores y teníamos que afrontar innumerables peligros para sobrevivir en la Naturaleza. Actualmente, mantenemos ese instinto, aunque nuestra vida no se parezca a la de aquellos antepasados. Por ejemplo, el cuerpo reacciona rápidamente para esquivar a un coche que se dirige hacia nosotros a toda velocidad o incluso cuando vivimos una situación laboral que nos desborda.

¿Cómo actúan las hormonas en situaciones de estrés?

La adrenalina se encarga de darnos ese impulso rápido que necesitamos. En cuestión de instantes, nuestra energía sube enormemente para ayudarnos a escapar del peligro. En el cuerpo produce los siguientes efectos:

La respiración se hace más rápida y aumenta la frecuencia cardíaca para que los músculos respondan más rápidamente.
Evita los coágulos. La sangre circula más rápidamente y más lejos de la piel.
Aleja la sangre del aparato digestivo, para evitar que haya vómitos.

¿Y qué sensaciones físicas experimentamos? Las más comunes:

Opresión en el pecho y/o palpitaciones.
Sudor frío.
Hormigueo o “mariposas” en el estómago.

El cortisol se ocupa de hacer que esa respuesta del cuerpo se ejecute durante todo el tiempo que dure la situación amenazante. Deja el cuerpo “en alerta“, preparado para reaccionar lo más rápido posible.

El estrés tiene su lado útil. Nos moviliza para resolver una situación determinada. Después, volvemos al equilibrio y ya está. Sin embargo, imagínate el desgaste de energía que supone para el cuerpo vivir una situación de estrés prolongada. El desgaste y además otros desajustes… El exceso de adrenalina y cortisol liberados en sangre día tras día produce efectos perjudiciales como pueden ser:

Cansancio (o incluso extenuación).
Dolor físico.
Falta de concentración.
Problemas de memoria.
Ira y agresividad.
Problemas de sueño.

No sólo eso. A largo plazo, el cortisol puede producir efectos como los siguientes:

Debilitamiento del sistema inmunitario. Ejemplo: Nos refriaremos más veces de lo habitual.
Aumento de las alergias.
Empeoramiento del asma.
Sentimientos de fracaso, ansiedad y depresión.

EL LIDERAZGO Y LA ESTRUCTURA DEL CEREBRO

El liderazgo ejemplar y resonante requiere de una combinación adecuada de corazón y cabeza, de sentimiento y de pensamiento.

El intelecto y la claridad son esenciales, sin ellos es difícil poder llamar a la puerta del liderazgo. Sin embargo, estos requisitos por si solos, no hacen al líder. La principal misión del líder es motivar, guiar, inspirar, escuchar, persuadir, esto es, alentar la resonancia.

Las estructuras neuronales responsables del intelecto y de las emociones se hallan separadas, pero, eso si interconectadas. Es necesario que entendamos que las emociones son fundamentales para la movilización, no así el intelecto frio, dado que el poder de las emociones reside en su extraordinario valor para la supervivencia. No olvidemos que el cerebro pensante evoluciono a partir del cerebro límbico, y sigue acatando sus ordenes cuando percibimos una amenaza o estamos en situación de estrés. Asimismo, recordemos el poder de la amígdala (tratado en anteriores viajes), la cual, como radar de las emergencias emocionales se halla siempre lista para reclutar a los centros racionales del neocortex y ponerlos al servicio de una acción determinada.

Fué el miedo lo que permitió a los primeros mamíferos escapar del peligro real que suponían los depredadores, y la ira fue la emoción que movilizó a las madres a luchas para proteger a su progenie. Emociones sociales como los celos, orgullo, el desprecio y el afectodesempeñaron un papel fundamental en los primeros grupos de nuestros ancestros los primates, y, hoy siguen jugando un papel fundamental en nuestras organizaciones sociales y tribales.

Afortunadamente, existe una vía neuronal que conecta los impulsos procedentes de la amígdala con la región prefrontal (justo detrás de la frente), que es el centro ejecutivo del cerebro y puede vetar un impulso emocional asegurando una respuesta más eficaz, evitando el secuestro emocional de la amígdala, pero no siempre la región prefrontal es capaz de actuar eficazmente.

Por ello, el balance de pensamiento y sentimiento es tan importante, el liderazgo depende del buen funcionamiento de los circuitos que conectan la región prefrontal y el sistema límbico.

El arte del liderazgo resonante requiere de la adecuada combinación entre el interseco y la emoción, y, aunque es evidente que los lideres necesitan un grado determinado de capacitación técnica e intelectual, si solo se mueven en el ámbito del intelecto soslayarán un elemento realmente fundamental.

LA INTERACCION ENTRE LOS CUATRO DOMINIOS FUNDAMENTALES DE LA INTELIGENCIA EMOCIONAL.
Habilitar un clima de resonancia es solo posible mediante los cuatro dominios de la inteligencia emocional:

1.    Conciencia de uno mismo,
2.    Autogestión,
3.    Conciencia social, y,
4.    Gestión de las relaciones

Será difícil que un líder pueda gestionar adecuadamente si no es consciente de ellas. Si, por otra parte, sus emociones le desbordan, tampoco podrá gestionarlas adecuadamente. La autoconciencia posibilita la empatía y la gestión de uno mismo y la adecuada combinación de estas dos últimas permite la gestión eficaz de las relaciones. Por ello, la conciencia de uno mismo constituye el fundamento esencial del liderazgo emocionalmente inteligente. Solo siendo consciente de las emociones propias se puede ser consciente de las de los demás para poder catalizarlas de la manera adecuada.

!!!!!Feliz semana¡¡¡¡¡


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