domingo, 25 de octubre de 2015

IDERANDO PERSONAS FOCUS. DESARROLLAR LA ATENCIÓN PARA ALCANZAR LA EXCELENCIA. DÍA 13. LA PRACTICA INTELIGENTE. EL CEREBRO DE LOS VIDEOJUEGOS (Daniel Goleman).

LIDERANDO PERSONAS

FOCUS.  DESARROLLAR LA Atención PARA ALCANZAR LA EXCELENCIA. Día 13.
LA PRACTICA INTELIGENTE. EL CEREBRO DE LOS VIDEOJUEGOS (Daniel Goleman).

LA PRÁCTICA INTELIGENTE.

EL CEBRRO DE LOS VIDEO JUEGOS.

El tipo de interacciones que se llevan a cabo durante los juegos en línea, para nada sirven en las relaciones interpersonales, puesto que no proporcionan el feedback de aprendizaje esencial necesario para los circuitos interpersonales del cerebro que nos ayudan conectar y traductor, en un primer encuentro, una buena impresión.
Las neuronas que se activa juntas acaban conectándose. El cerebro es plástico y continuamente van remodelando, a lo largo de nuestra vida, sus circuitos. Con independencia de lo que hagamos, nuestro cerebro siempre está fortaleciendo, cuando hacemos algo, unos circuitos en detrimento de otros.

Son muchas las señales que, durante una relación interpersonal cara a cara, registra nuestros circuitos sociales, ayudándonos a establecer una buena conexión y vinculando las neuronas implicadas. Pero, por más horas que pasemos en línea, sin embargo, nuestro cerebro social apenas y recibe información, con lo que los circuitos implicados acaban marchitándose.

Parte de nuestra socialización se produce a través de aparatos, lo que no sólo nos abre muchas posibilidades, sino que también nos genera grandes problemas.

Existe una corriente que afirma que los videojuegos mañana mente, otra sostiene, por el contrario, que fortalece nuestras capacidades mentales.

La conclusión de los expertos fue de que todo depende de la dosis porque, como sucede con los alimentos, el abuso nutriente puede acabar turnándose tóxico. La respuesta, en el caso de los videojuegos, gira en torno a los detalles concretos, es decir, los circuitos cerebrales que se ven fortalecidos por tal o cual juego.

Las conclusiones de los estudios realizados sobre los videojuegos de carreras de coches o de guerra, por ejemplo, han puesto de relieve mejoras en la atención visual, la velocidad de procesamiento de información, el rastreo de objetos y el cambio de una tarea mental a otra. Muchos de esos juegos parecen proporcionar también lecciones implícitas de inferencia estadística. Algunos juegos mejoran la agudeza visual, la perfección espacial, el cambio detención, la toma decisiones y la capacidad para rastrear objetos.

Los juegos que plantean desafíos cognitivos cada vez más complejos provocan cambios cerebrales positivos.

Pero hay autores que señalan que esas habilidades no necesariamente se transfieren, más allá de la pantalla de los videojuegos, a la vida en general, dado que carecen de toda utilidad pudiendo, incluso, generar en algunos niños una tasa de estimulación muy distinta a la que reciben en el aula, siendo esta la forma más segura de garantizar el aburrimiento escolar.

Aunque los videojuegos puedan contribuir al desarrollo de habilidades atencionales como la eliminación rápida de distracciones visuales, no sirve de gran cosa para ejercitar el mantenimiento de la atención en un cuerpo de información que cambia de continuo, una habilidad esencial del aprendizaje que se pone en marcha cuando prestamos atención, por ejemplo, en clase y entendemos lo que estamos estudiando y lo relacionamos con lo que aprendimos la semana pasada o el año pasado.

Existe una correlación inversa entre las horas que un niño dedicar juego y su rendimiento escolar, que muy probablemente se lleva tiempo robado el estudio. Un seguimiento de dos años, efectuado sobre 3034 niños y adolescentes de Singapur, puso de relieve que los que acabaron convirtiéndose en grandes jugadores mostraron un aumento de la ansiedad, la depresión y la fobia social, así como un descenso también de su rendimiento escolar. Pero todos esos problemas el parecieron apenas detuvieron sabido dejó, y esa es la gran noticia.

LOS JUEGOS INTELIGENTES.

El cerebro aprende y recuerda mejor cuanto más intensa es la concentración. Los videojuegos enfocan nuestra atención y nos obligan a repetir una y otra vez los mismos movimientos y también son, por ello mismo, poderosos tutoriales.

En un experimento realizado por Michael Posner en la universidad de Oregón, advierte de los posibles beneficios cerebrales de aquellos juegos especialmente diseñados para perfeccionar habilidades como el rastreo visual en el caso del ojo vago o la coordinación visomanual de los cirujanos. La conclusión de ese estudio muestra que los niños que presentan una atención más pobre, es decir, los que padecen autismo, déficit de atención u otros problemas de aprendizaje, son idóneos para entrenar con este tipo de juegos, porque son los que más pueden beneficiarse de ellos. La investigación realizada al respecto sugiere la presencia, bajo el síndrome déficit de la atención, de una deficiencia en la red de alerta y de problemas de orientación detrás de las fijaciones autistas.

En Holanda, los niños de once años aquejados de trastorno de déficit de atención hiperactividad TDAH jugaban a un videojuego que requería de una intensificación de la atención y en el que debían advertir, por ejemplo, la aparición de robots enemigos, sin olvidar la necesidad de impedir que la energía de su avatar bajase de cierto umbral. Bastaron ocho sesiones de una hora para que los niños fueran capaces de concentrarse independientemente de las distracciones, y no sólo mientras jugaban.

Los videojuegos son regímenes de entrenamiento controlado, administrador de forma muy motivadoras, que acaban provocando un remodelado estructural y funcional permanente del cerebro,afirma Michael Merzenich, neurocientífico de la universidad de California, que ha dirigido el diseño de juegos concebidos para reeducar el cerebro de ancianos con déficit neuronales ligados a la demencia y la pérdida de memoria.

La nueva generación de aplicaciones de internamiento cerebral de debería aplicar las técnicas de la práctica inteligente con las que los maestros excelentes se hallan más familiarizados:
  • identificar claramente los objetivos de niveles cada vez más difíciles;
  • adaptarse al ritmo concreto de cada alumno;
  • feedback inmediato y retos práctico gradual es que permitan el logro de la maestría, y
  • ejercitar la misma vivida en contextos diferentes para favorecer, de ese modo, su transferencia.


Hay quienes afirman que, en el futuro, los juegos de internamiento cerebral formarán parte de los recursos educativos habituales y que los mejores de ellos recopilarán, a modo de tutores cognitivos empáticos, dato sobre todo los jugadores mientras estos tratan de satisfacer al mismo tiempo las exigencias del juego.

FELIZ SEMANA

domingo, 18 de octubre de 2015

LIDERANDO PERSONAS FOCUS. DESARROLLAR LA ATENCIÓN PARA ALCANZAR LA EXCELENCIA. DÍA 12. LA PRACTICA INTELIGENTE. EL MITO DE LAS 10.000 HORAS. (Daniel Goleman).

LIDERANDO PERSONAS

FOCUS.  DESARROLLAR LA Atención PARA ALCANZAR LA EXCELENCIA. Día 12
LA PRACTICA INTELIGENTE. EL MITO DE LAS 10.000 HORAS. (Daniel Goleman).

LA PRÁCTICA INTELIGENTE.

EL MITO DE LAS 10.000 HORAS.

La regla de las 10.000 horas equivalente a 3 horas de entrenamiento diario durante 10 años es un nivel de práctica que se ha llegado a considerar la clave del éxito en cualquier dominio y ha acabado convirtiéndose en una especie de letanía sagrada que se recita en todos los talleres sobre mejora del rendimiento y de la que se hace eco muchas páginas web. El problema es que se trata de una media verdad de poco sirve la mera repetición mecánica es necesario para aproximarnos a nuestro objetivo ajustar y una y otra vez nuestra meta hay que ir adaptándose poco a poco permitiendo al comienzo más errores, a medida que nuestros límites expanden, debemos ir ajustando.

El secreto de la victoria radica en la práctica deliberada en la que un entrenador experimentado nos dirige durante meses o años a través de un entrenamiento bien diseñado al que nos entregamos plenamente muy importante en cualquier dominio es el modo en que los expertos prestan atención mientras practican no se limita pues a las horas de ejercicio sino también a la importancia del feedback y la concentración.

Mejorar una habilidad requiere de la participación de un foco descendente. La neuroplasticidad, el fortalecimiento de los circuitos cerebrales más antiguos y el establecimiento de nuevas conexiones para ejercitar la vida que estamos practicando, requiere atención. Cuando por el contrario la práctica discurre mientras nos ocupamos de otra cosa nuestro cerebro no reconstruye dos circuitos relevantes para esa rutina completa. La ensoñación arruina la práctica. La atención plena alienta la velocidad de procesamiento mental fortalece las conexiones sinápticas y establece o expandir redes neuronales ligadas a lo que estamos ejercitando.

Cuando terminamos una rutina, la práctica repetida transfiere el control de dichas habilidades del circuito descendente ascendente. A partir de ese momento, ya no necesitamos pensar y podemos responder bastante bien con el piloto automático.
Lo qué diferencia a un experto de un aficionado es que estos últimos se siente satisfechos con permitir que, sus esfuerzos se conviertan en operaciones ascendentes. Al cabo de unas 50 horas aproximadamente entrenamiento, las personas logran un nivel de rendimiento relativamente aceptable, que les permite realizar movimientos casi sin esfuerzo. Ya no tiene necesidad entonces de concentrarse en el ejercicio, sino que se limita a dejarse llevar. Independientemente, sin embargo, del tiempo que dediquen a la práctica de esta modalidad ascendente, su mejora será imperceptibles.

Los expertos nunca dejan de prestar una atención descendente, contrarrestando deliberadamente, de ese modo, la tendencia del cerebro automatizar rutinas. Se concentran activamente en los movimientos que todavía deben perfeccionar, corrigiendo lo que no funciona y ajustando, en consecuencia, sus modelos mentales. El secreto de la práctica inteligente se resume en concentrarse en los detalles de los comentarios que proporciona un entrenador experimentado. Quiénes se hallan en la cúspide jamás dejan de aprender.

El experto contrarresta activamente la tendencia a la automaticidad elaborando y seleccionando de forma deliberada un entrenamiento cuyo objetivo Excel a su nivel actual de desempeño. Cuanto más tiempo dedican los expertos a la práctica deliberada completa concentración, más desarrollada y perfecta será su ejecución
Pero la atención concentrada, como los músculos en tensión, acaba fatigándose. Es por ello que se suelen limitar la práctica más exigente a unas 4 horas diarias. La práctica óptima requiere de una concentración óptima.    
                                   
LOS CHUNKS DEL ATENCIÓN

Lo mismo ocurre pues con la capacidad de concentración, es necesario ejercitarla inteligentemente.

La memorización inteligente parece expandir la capacidad de la memoria cooperativa a corto plazo, que nos permite almacenar, durante breves instantes, aquella lo que estamos prestando atención, hasta que estábamos transfiriendo a la memoria a largo plazo. Pero ese incremento tiene un carácter funcional y no supone una expansión real, en cada momento, de los límites de nuestra atención. El secreto consiste en fraccionar la información (es decir dividirla en CHUNKS), una forma de práctica inteligente.

Cada experto batido, de algún modo, esta capacidad de memoria dentro de su especialidad. La memoria es como un índice y los expertos son aquellos capaces de gestionar unos 50000 fragmentos de unidades de información que, en el caso de los médicos, por ejemplo suelen ser síntomas.

EN EL GIMNASIO DE LA MENTE.

Pensemos en la atención como un músculo mental que se fortalece a medida que se ejercita. Los ejercicios de memorización desarrollan ese músculo y también lo hace la concentración. Advertir el momento en que nuestra mente empieza divagar llevar la una y otra vez hacia nuestro objetivo constituye el equivalente mental al levantamiento de pesas.
La enseñanza universal de la meditación insiste en que, cuando nuestra mente divague y nos demos cuenta de ello, la llevemos de vuelta su punto focal y la mantengamos ahí. Y, cuando vuelva distraerse, volvamos hacer lo mismo. Y así una que otra vez.

Así pues, cuatro son los pasos implicase ciclo conectivo:
1-la mente se distrae,
2-nos damos cuenta de que se ha distraído,
3-llevamos nuevamente la atención a la respiración,
4-la mantenemos ahí.

Y he aquí la explicación de los cuatro pasaos:

1.- Durante la fase de distracción, el cerebro activa los circuitos mediales habituales,
2.- Pero en el momento en que nos damos cuenta de que nuestra mente se ha distraído, es otra la red de atención que se activa (destinada en este caso a captar los rasgos prominentes), y,
3.- Cuando dirigimos nuestra atención hacia la respiración, se activan los circuitos prefrontales que están a cargo del control cognitivo.

Como sucede con cualquier otro entrenamiento, el fortalecimiento del músculo de la atención depende de su ejercicio.

SUBRAYAR LO POSITIVO

La negatividad circunscribe nuestra atención a un rango muy limitado, aquello que nos perturba.

Las emociones positivas abren el foco de nuestra atención, permitiéndonos captarlo todo. Cuando nos sentimos bien nuestra conciencia se expande desde nuestro foco egocéntrico habitual, centrado en el “mi”, hasta un foco más inclusivo y cordial centrado en “nosotros”.
Los se contemplan la vida desde una óptica positiva no centra su atención en las urbes, sino en el rayo de luz que se abre paso entre ellas. Lo contrario, es decir, el cinismo, no hace sino alentar el pesimismo. Porque no se trata, en este caso, de que uno se fije en las nubes, sino en la convicción de que, detrás de ellas, acecha un nubarrón todavía más oscuro. Todo depende, dicho en otras palabras, de ese centramos nuestra atención en el espectador maleducado que nos rechistó en la conferencia, o en los 50.000 que aplaudieron entusiasmados.

La visión positiva determina, anime neuronal, el tiempo que podremos seguir sosteniendo esa perspectiva la cual se pone de manifiesto que nuestra actitud.

La positividad refleja, en parte, la actividad de los circuitos cerebrales de recompensa. Cuando somos felices, se activa el núcleo accumbens, una región del núcleo estriado ventral, ubicado en el cerebro medio. Este sistema parece esencial para la motivación y para tener la sensación de que lo estamos haciendo es gratificante. Estos circuitos, ricos en dopamina, movilizan los sentimientos positivos para esforzarnos en el logro de nuestros objetivos y nuestros deseos.

Esto se combina con los opiáceos endógenos cerebrales, entre los que destacan las endorfinas (los neurotransmisores responsables del llamado subidón del corredor que nos permite seguir corriendo pese a estar exhaustos). Si la dopamina aumenta la motivación y alienta la perseverancia, los opiáceos le agregan una sensación placentera.
La positividad reporta grandes beneficios desde el punto de vista del rendimiento, proporcionándonos la energía necesaria para poder centrarnos, pensar con más flexibilidad, perseverar y conectar mejor con las personas que rodean.

Centrarnos en nuestras fortalezas nos alienta a avanzar a la consecución de nuestras metas, al tiempo que moviliza la apertura a nuevas ideas, personas y planes, mientras que hacerlo, por el contrario, en nuestras debilidades, moviliza un sentimiento defensivo de obligación y culpa, que acaban encerrándonos en nosotros mismos.

La visión positiva alienta el placer en la práctica del aprendizaje, razón por la cual los aretes sectores más sobresalientes y siguen disfrutando del ejercicio de su disciplina.

El psicólogo organizacional Marcial Losada tras numerosos estudios de emociones en los miembros de los equipos definió las ratios que debería potenciar más lo positivo que lo negativo. Losada llegó la conclusión de que los más eficaces mostraron una ratio positiva/negativa de no menos de 2,9 sentimientos agradables por cada sentimiento desagradable. Pero también existe, según parece, un límite superior a la positividad ya que por encima de una ratio de cerca de 11/1 los equipos parecen tornarse demasiado inestables para seguir siendo eficaces.

!!! FELIZ SEMANA¡¡¡

sábado, 17 de octubre de 2015

FOCUS. DESARROLLAR LA ATENCIÓN PARA ALCANZAR LA EXCELENCIA. DÍA 11. LAS AMENAZAS DISTANTES. (Daniel Goleman)

LIDERANDO PERSONAS

FOCUS.  DESARROLLAR LA Atención PARA ALCANZAR LA EXCELENCIA. Día 11.
LAS AMENAZAS DISTANTES. (Daniel Goleman).

LAS AMENAZAS DISTANTES.
La era antropocénica* iniciada con la revolución industrial, marca la primera era geológica en que la actividad de una especie, la humana, degradó inexorablemente los sistemas globales que sustentan la vida en este planeta.
* El antropocentrismo es la doctrina que en el plano de la epistemología sitúa al ser humano como medida de todas las cosas, y en el de la ética defiende que los intereses de los seres humanos son aquellos que debe recibir atención moral por encima de cualquier otra cosa. Así la naturaleza humana, su condición y su bienestar –entendidos como distintos y peculiares en relación a otros seres vivos– serían los únicos principios de juicio según los que realmente deberían evaluarse los demás seres y en general la organización del mundo en su conjunto. Igualmente, cualquier preocupación moral por cualquier otro ser debería ser subordinada a la que se debe manifestar por los seres humanos. El antropocentrismo surge a principios del siglo XVI, entrando ya a la Edad Moderna, y se considera como alternativa que reemplaza al teocentrismo.
Los sistemas humanosde construcción, energía, transporte, industria y comercio erosionan a diario sistemas naturales como los ciclos del nitrógeno y del carbono, la rica dinámica de los ecosistemas, la disponibilidad de agua potable, etcétera.
Nuestra capacidad de poder anticipar los impactos de nuestra actividad en el futuro es escasa y limitada. Esto podría deberse a la existencia, en el cerebro humano, de un punto ciego. El aparato perceptual que alimenta nuestro cerebro está sintonizado con un rango de datos imprescindibles, en su momento, para garantizar nuestra supervivencia. Por ello contamos con un foco de atención que nos permite discriminar entre sonrisas y ceños fruncidos y discernir un gruñido del llanto de un bebé, pero carecemos de radar neuronal que nos ayude a detectar las amenazas que se ciernen sobre los sistemas globales de los que depende la vida humana. Hay amenazas que son demasiado grandes o demasiado pequeñas para poder ser directamente percibidas. Por eso, ante la noticia de estas amenazas globales, nuestros circuitos atencionales tienden a encogerse de hombros.
El análisis del ciclo vital de cualquier cadena suministro de cualquier tipo de producto pone de manifiesto la existencia de numerosísimos impactos que van desde las emisiones al aire, el agua y el suelo, hasta impacto sobre la salud o la degradación de un determinado ecosistema. Saber en qué aspectos de un sistema debemos centrarnos supone por ello una gran ventaja.
La necesidad de centrarnos en un orden menos complejo refleja una verdad fundamental. Y es que, por más que vivamos dentro de sistemas sumamente complejos, carecemos de la capacidad cognitiva necesaria para entenderlos o gestionar los adecuadamente.Y nuestro cerebro ha resuelto el problema que supone sortear la complejidad recurriendo a de decisión muy sencillas.
Este procedimiento holístico es el que explica que unos determinados flujos de datos desemboquen en un ¡¡¡ EUREKA ¡!! o que la información acabe desbordándonos. Esa alternativa está ligada a los circuitos dorsolaterales, una delgada franja ubicada en el área prefrontal del cerebro. El árbitro, pues, de ese punto de inflexión cognitivo reside en las mismas neuronas que mantienen a raya los impulsos turbulentos de la amígdala. Cuando nos vemos cognitivamente desbordados, el sistema dorsolateral se rinde, nuestras decisiones empeoran y aumenta también nuestra ansiedad, porque es muy probable que, en tal caso, rebasemos el punto de inflexión a partir del cual el aumento de datos no haga sino empeorar las cosas.
Resulta mucho mejor centrarse en un pequeño número de pautas significativas, ignorando simultáneamente el resto. Nuestro neocórtex incluye un detector de pautas destinado a simplificar la complejidad ateniéndonos a reglas de decisión manejables. Una capacidad cognitiva que sigue aumentando a medida que pasan los años es la denominada "inteligencia cristalizada", es decir, la capacidad de diferenciar lo relevante del anodino o, dicho en otras palabras, la señal del ruido. Esto es lo que algunos llaman también sabiduría.
NUESTRA HUELLA POSITIVA
El hecho de centrar la atención en el impacto que provocamos en nuestro entorno no hace sino estimular los circuitos asociados a las emociones estresantes y generar culpa y depresión. No olvidemos que las emociones dirigen nuestra atención y que solemos apartar la atención de aquello que nos resulta desagradable.
Se hace patente pues, la verdad psicológica de que centrarnos en lo negativo desemboca en el desaliento y la falta de compromiso. Y es que, en el momento en que se ponen en marcha los centros neuronales que se ocupan del estrés, nuestro centro de interés pasa a ser el estrés mismo y el modo de aliviarlo.
La huella negativa es un valor negativo, y las emociones negativas son poco motivadoras. Es cierto que esa táctica permite captar la atención, pero como el miedo es una emoción negativa, tiene un valor motivador limitado, ya que las personas sólo llevan a cabo las acciones mínimas necesarias para cambiar ese estado de ánimo por otro más positivo y acaban ignorandolo.
Para que se produzca un cambio a largo plazo, necesitamos una acción sostenida, un mensaje positivo que nos diga cuáles son las mejoras acciones que hay que emprender. Y con este tipo de medición podemos ver el bien que estamos haciendo y sentirnos, en la medida en que perseveremos en el plan de y para nada de la ello, cada vez mejor. Por ello la huella positiva el resulta tan interesante
¡¡¡Feliz fin de semana!!!

lunes, 12 de octubre de 2015

LIDERANDO PERSONAS FOCUS. DESARROLLAR LA ATENCIÓN PARA ALCANZAR LA EXCELENCIA. DÍA 10. EL CONTEXTO MAYOR. (Daniel Goleman).

LIDERANDO PERSONAS

FOCUS.  DESARROLLAR LA Atención PARA ALCANZAR LA EXCELENCIA. Día 10. EL CONTEXTO MAYOR. (Daniel Goleman).

PAUTAS SISTEMAS Y CONFUSIONES.
Una epidemia ejemplifica la dinámica de los sistemas, cuanto más sistemáticamente pensemos mejor podemos rastrear las huellas dejadas por la enfermedad. La comprensión del recorrido seguido por las monedas a través de las rutas comerciales es otro ejemplo de pensamiento sistémico.
Ese tipo de dirección de pautas ilustra el funcionamiento de la mente sistémica.                                                                                                                                                                                                               
Un sistema se reduce a un conjunto coherente de pautas regulares y legítimas. Aunque el reconocimiento de pautas requiere la activación de circuitos que se hallan en la corteza parietal, el emplazamiento concreto del cerebro sistémico más amplio todavía no se ha identificado. No hay por el momento de redes y circuitos neuronales concretos que favorezcan naturalmente una comprensión sistémica.
Aprendemos a leer y navegar por sistemas a través de los notables talentos del aprendizaje y generales del neocórtex. Estos talentos corticales pueden ser replicados por los ordenadores. Lo que diferencia la mente sistémica de la autoconciencia y la empatía es que opera a través de circuitos fundamentalmente ascendentes. Requiere un gran esfuerzo aprender de los sistemas, pero para movernos exitosamente por la vida necesitamos fortalezas tanto en esta variedad de atención como las otras dos que aparecen de un modo más natural.
CONFUSIONES Y PROBLEMAS A RETORCIDOS
Para entenderlas confusiones y los problemas retorcido recurriremos al problema del calentamiento global.
Combatir el calentamiento global constituye un problema retorcido porque no existe ninguna autoridad individual a cuyo cargo este su solución, el tiempo pasa, quienes tratan de resolver el problema se hallan también entre quienes lo causan (que somos todos nosotros) y la política oficial desdeña se importancia para nuestro futuro.
Y lo que es más importante, las pandemias y el calentamiento global se hallan entre lo que técnicamente se denominan “confusiones”, donde un problema acuciante interactúa sistémicamente con otros problemas asociados, y estos no son sólo problemas muy complejos, sino que, además, en la mayoría de los casos carecemos de la mayor parte de los datos que nos permitirían resolverlos.
Aunque los sistemas resultan a simple vista casi invisibles su funcionamiento puede comprobarse acopiando los datos suficientes para poner de manifiesto su dinámica.Un motor de búsqueda de internet puede proporcionarnos una cantidad inmensa de datos, pero no un contexto para comprenderlos, y menos todavía sabiduría sobre el modo interpretarlos. Precisamente lo que hace que los datos sean útiles son las personas que custodian e interpretar la información

Los mejores líderes no se limitan a poner los datos en un contexto significativo, sino que también formulan las preguntas a adecuadas.
·         ¿Estamos definiendo bien el problema?
·         ¿Contamos con los datos adecuados?
·         ¿Cuáles son las creencias que hay detrás del algoritmo que nos proporciona los datos?
·         ¿Establece ese modelo algún mapa de creencias sobre la realidad?
La ciencia de los datos exige algo más que habilidades matemáticas, también necesita a personas muy curiosas cuya innovación se vea guiada por su experiencia y no sólo por los datos. La mejor intuición requiere, después de todo, una extraordinaria cantidad de datos y la experiencia de toda nuestra vida filtrada a través del cerebro humano.
LA CEGUERA SISTÉMICA
El conocimiento de los sistemas que - nos permite identificar y cartografía pautas y descubrir tras, el aparente caos del mundo natural, un orden oculto- se ha visto atentado a lo largo de la historia humana por la necesidad perentoria de supervivencia que ha obligado a los pueblos nativos a entender sus ecosistemas locales. Era imperativo, para ellos, saber que plantas serán tóxicas, y cuáles servían de alimento o de medicina, donde conseguir agua potable , en qué lugares recolectar y hierbas y encontrar comida, o como leer los signos de los cambios estacionales.
Y ese es un auténtico problema porque, si bien es cierto que la biología nos ha dotado de un repertorio integrado de conductas ligadas a satisfacer funciones tales como, comer, dormir, aparearnos, criar, luchar huir etc., no lo es menos que también nos ha dejado huérfanos de herramientas neuronales que nos permitan entender los sistemas mayores dentro de los cuales todo eso ocurre.
Los sistemas son a primera vista inaccesibles a nuestro cerebro, lo que significa que no podemos registrar directamente los muchos sistemas de los que depende nuestra realidad vital, sólo podemos entenderlos indirectamente a través de modelos mentales (ligados por ejemplo al oleaje, las constelaciones, y el vuelo de las aves) a partir de los cuales tomamos nuestras decisiones. Nuestra intervención será más adecuada cuanto más se atengan esos modelos a los datos y menos en el caso contrario.
En el momento en que se produjo el contacto de los pueblos indígenas con el mundo exterior se marcó también el comienzo del proceso gradual de olvido de la tradición y entendimiento de las señales de estos ecosistemas.
LA ILUSIÓN DE LA COMPRENSIÓN
El problema de la ilusión de la comprensión nos lleva a creer que entendemos un sistema complejo cuando, en realidad, no tenemos, de él, más que una comprensión superficial. Basta con tratar de explicar en serio cómo funciona una red eléctrica o por qué el aumento de las emisiones de dióxido de carbono intensifica la energía de las tormentas, para poner de relieve la naturaleza ilusoria de nuestra comprensión del funcionamiento de los sistemas.
Pero además de la incongruencia entre nuestros modelos mentales y los sistemas que pretenden cartografiar, existe un problema todavía más, y es que nuestros aparatos perceptuales y emocionales son totalmente ciegos a los sistemas. El cerebro humano se vio modelado por las herramientas que nos ayudaron a sobrevivir en una época en la que los primeros humanos empezaron a vagar por la naturaleza, y en particular durante la era geológica del pleistoceno.
Estamos muy conectados con el crujido de una rama, que puede advertirnos de la proximidad de un tigre, pero carecemos de aparato perceptual que nos permita detectar el adelgazamiento de la capa de ozono atmosférico o los agentes cancerígenos contenidos en las partículas que respiramos en un entorno urbano contaminado. Y, aunque estas amenazas puedan acabar siendo tan letales como, aquella nuestro cerebro carece de radar que nos permita identificarlas directamente.
VISIBILIZAR LO INTANGIBLE.
Cuando nuestros circuitos emocionales (especialmente la amígdala, gatillo de la respuesta de lucha o huida), detectan una amenaza inmediata, nos inundan de hormonas (como el cortisol o la adrenalina) que nos predisponen en uno u otro sentid. Pero por más que oiga hablar de los posibles peligros que nos afectan en los años o siglos venideros, nuestra amígdala ni siquiera parpadea.
Los circuitos de la amígdala, ubicados en medio del cerebro, se activan automáticamente siguiendo un camino ascender ascendente. Confiamos en ellos para que nos alerten de los peligros y nos digan que debemos prestar más atención. Pero esos sistemas automáticos habitualmente tan útiles para dirigir nuestra atención, carecen de aparato de registro sensorial o de carga emocional que nos permita detectar los sistemas y sus peligros, dejándonos en ese sentido inermes. No existe mensaje ascendente alguno que nos advierta de la necesidad de prestar atención en estos casos.
Necesitamos pues, para enfrentarnos adecuadamente al reto de un inminente colapso sistémico, una especie de prótesis mental que no la tenemos de manera natural.

¡¡¡Feliz semana!!!