domingo, 18 de octubre de 2015

LIDERANDO PERSONAS FOCUS. DESARROLLAR LA ATENCIÓN PARA ALCANZAR LA EXCELENCIA. DÍA 12. LA PRACTICA INTELIGENTE. EL MITO DE LAS 10.000 HORAS. (Daniel Goleman).

LIDERANDO PERSONAS

FOCUS.  DESARROLLAR LA Atención PARA ALCANZAR LA EXCELENCIA. Día 12
LA PRACTICA INTELIGENTE. EL MITO DE LAS 10.000 HORAS. (Daniel Goleman).

LA PRÁCTICA INTELIGENTE.

EL MITO DE LAS 10.000 HORAS.

La regla de las 10.000 horas equivalente a 3 horas de entrenamiento diario durante 10 años es un nivel de práctica que se ha llegado a considerar la clave del éxito en cualquier dominio y ha acabado convirtiéndose en una especie de letanía sagrada que se recita en todos los talleres sobre mejora del rendimiento y de la que se hace eco muchas páginas web. El problema es que se trata de una media verdad de poco sirve la mera repetición mecánica es necesario para aproximarnos a nuestro objetivo ajustar y una y otra vez nuestra meta hay que ir adaptándose poco a poco permitiendo al comienzo más errores, a medida que nuestros límites expanden, debemos ir ajustando.

El secreto de la victoria radica en la práctica deliberada en la que un entrenador experimentado nos dirige durante meses o años a través de un entrenamiento bien diseñado al que nos entregamos plenamente muy importante en cualquier dominio es el modo en que los expertos prestan atención mientras practican no se limita pues a las horas de ejercicio sino también a la importancia del feedback y la concentración.

Mejorar una habilidad requiere de la participación de un foco descendente. La neuroplasticidad, el fortalecimiento de los circuitos cerebrales más antiguos y el establecimiento de nuevas conexiones para ejercitar la vida que estamos practicando, requiere atención. Cuando por el contrario la práctica discurre mientras nos ocupamos de otra cosa nuestro cerebro no reconstruye dos circuitos relevantes para esa rutina completa. La ensoñación arruina la práctica. La atención plena alienta la velocidad de procesamiento mental fortalece las conexiones sinápticas y establece o expandir redes neuronales ligadas a lo que estamos ejercitando.

Cuando terminamos una rutina, la práctica repetida transfiere el control de dichas habilidades del circuito descendente ascendente. A partir de ese momento, ya no necesitamos pensar y podemos responder bastante bien con el piloto automático.
Lo qué diferencia a un experto de un aficionado es que estos últimos se siente satisfechos con permitir que, sus esfuerzos se conviertan en operaciones ascendentes. Al cabo de unas 50 horas aproximadamente entrenamiento, las personas logran un nivel de rendimiento relativamente aceptable, que les permite realizar movimientos casi sin esfuerzo. Ya no tiene necesidad entonces de concentrarse en el ejercicio, sino que se limita a dejarse llevar. Independientemente, sin embargo, del tiempo que dediquen a la práctica de esta modalidad ascendente, su mejora será imperceptibles.

Los expertos nunca dejan de prestar una atención descendente, contrarrestando deliberadamente, de ese modo, la tendencia del cerebro automatizar rutinas. Se concentran activamente en los movimientos que todavía deben perfeccionar, corrigiendo lo que no funciona y ajustando, en consecuencia, sus modelos mentales. El secreto de la práctica inteligente se resume en concentrarse en los detalles de los comentarios que proporciona un entrenador experimentado. Quiénes se hallan en la cúspide jamás dejan de aprender.

El experto contrarresta activamente la tendencia a la automaticidad elaborando y seleccionando de forma deliberada un entrenamiento cuyo objetivo Excel a su nivel actual de desempeño. Cuanto más tiempo dedican los expertos a la práctica deliberada completa concentración, más desarrollada y perfecta será su ejecución
Pero la atención concentrada, como los músculos en tensión, acaba fatigándose. Es por ello que se suelen limitar la práctica más exigente a unas 4 horas diarias. La práctica óptima requiere de una concentración óptima.    
                                   
LOS CHUNKS DEL ATENCIÓN

Lo mismo ocurre pues con la capacidad de concentración, es necesario ejercitarla inteligentemente.

La memorización inteligente parece expandir la capacidad de la memoria cooperativa a corto plazo, que nos permite almacenar, durante breves instantes, aquella lo que estamos prestando atención, hasta que estábamos transfiriendo a la memoria a largo plazo. Pero ese incremento tiene un carácter funcional y no supone una expansión real, en cada momento, de los límites de nuestra atención. El secreto consiste en fraccionar la información (es decir dividirla en CHUNKS), una forma de práctica inteligente.

Cada experto batido, de algún modo, esta capacidad de memoria dentro de su especialidad. La memoria es como un índice y los expertos son aquellos capaces de gestionar unos 50000 fragmentos de unidades de información que, en el caso de los médicos, por ejemplo suelen ser síntomas.

EN EL GIMNASIO DE LA MENTE.

Pensemos en la atención como un músculo mental que se fortalece a medida que se ejercita. Los ejercicios de memorización desarrollan ese músculo y también lo hace la concentración. Advertir el momento en que nuestra mente empieza divagar llevar la una y otra vez hacia nuestro objetivo constituye el equivalente mental al levantamiento de pesas.
La enseñanza universal de la meditación insiste en que, cuando nuestra mente divague y nos demos cuenta de ello, la llevemos de vuelta su punto focal y la mantengamos ahí. Y, cuando vuelva distraerse, volvamos hacer lo mismo. Y así una que otra vez.

Así pues, cuatro son los pasos implicase ciclo conectivo:
1-la mente se distrae,
2-nos damos cuenta de que se ha distraído,
3-llevamos nuevamente la atención a la respiración,
4-la mantenemos ahí.

Y he aquí la explicación de los cuatro pasaos:

1.- Durante la fase de distracción, el cerebro activa los circuitos mediales habituales,
2.- Pero en el momento en que nos damos cuenta de que nuestra mente se ha distraído, es otra la red de atención que se activa (destinada en este caso a captar los rasgos prominentes), y,
3.- Cuando dirigimos nuestra atención hacia la respiración, se activan los circuitos prefrontales que están a cargo del control cognitivo.

Como sucede con cualquier otro entrenamiento, el fortalecimiento del músculo de la atención depende de su ejercicio.

SUBRAYAR LO POSITIVO

La negatividad circunscribe nuestra atención a un rango muy limitado, aquello que nos perturba.

Las emociones positivas abren el foco de nuestra atención, permitiéndonos captarlo todo. Cuando nos sentimos bien nuestra conciencia se expande desde nuestro foco egocéntrico habitual, centrado en el “mi”, hasta un foco más inclusivo y cordial centrado en “nosotros”.
Los se contemplan la vida desde una óptica positiva no centra su atención en las urbes, sino en el rayo de luz que se abre paso entre ellas. Lo contrario, es decir, el cinismo, no hace sino alentar el pesimismo. Porque no se trata, en este caso, de que uno se fije en las nubes, sino en la convicción de que, detrás de ellas, acecha un nubarrón todavía más oscuro. Todo depende, dicho en otras palabras, de ese centramos nuestra atención en el espectador maleducado que nos rechistó en la conferencia, o en los 50.000 que aplaudieron entusiasmados.

La visión positiva determina, anime neuronal, el tiempo que podremos seguir sosteniendo esa perspectiva la cual se pone de manifiesto que nuestra actitud.

La positividad refleja, en parte, la actividad de los circuitos cerebrales de recompensa. Cuando somos felices, se activa el núcleo accumbens, una región del núcleo estriado ventral, ubicado en el cerebro medio. Este sistema parece esencial para la motivación y para tener la sensación de que lo estamos haciendo es gratificante. Estos circuitos, ricos en dopamina, movilizan los sentimientos positivos para esforzarnos en el logro de nuestros objetivos y nuestros deseos.

Esto se combina con los opiáceos endógenos cerebrales, entre los que destacan las endorfinas (los neurotransmisores responsables del llamado subidón del corredor que nos permite seguir corriendo pese a estar exhaustos). Si la dopamina aumenta la motivación y alienta la perseverancia, los opiáceos le agregan una sensación placentera.
La positividad reporta grandes beneficios desde el punto de vista del rendimiento, proporcionándonos la energía necesaria para poder centrarnos, pensar con más flexibilidad, perseverar y conectar mejor con las personas que rodean.

Centrarnos en nuestras fortalezas nos alienta a avanzar a la consecución de nuestras metas, al tiempo que moviliza la apertura a nuevas ideas, personas y planes, mientras que hacerlo, por el contrario, en nuestras debilidades, moviliza un sentimiento defensivo de obligación y culpa, que acaban encerrándonos en nosotros mismos.

La visión positiva alienta el placer en la práctica del aprendizaje, razón por la cual los aretes sectores más sobresalientes y siguen disfrutando del ejercicio de su disciplina.

El psicólogo organizacional Marcial Losada tras numerosos estudios de emociones en los miembros de los equipos definió las ratios que debería potenciar más lo positivo que lo negativo. Losada llegó la conclusión de que los más eficaces mostraron una ratio positiva/negativa de no menos de 2,9 sentimientos agradables por cada sentimiento desagradable. Pero también existe, según parece, un límite superior a la positividad ya que por encima de una ratio de cerca de 11/1 los equipos parecen tornarse demasiado inestables para seguir siendo eficaces.

!!! FELIZ SEMANA¡¡¡

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