sábado, 29 de diciembre de 2012

LIDERANDO PERSONAS PARADIGMAS DEL LIDERAZGO. DIA 5. LIDERAZGO CENTRADO EN LA MISIÓN. (Pablo Cardona).


Apenas dos días para acabar y despedir este año 2.012. Año difícil, de sacrificios, de solidaridad, de dificultades, a la vex que un año para desarrollar la resiliencia, la perseverancia y cuantos intangibles deben de caracterizar a un líder.

El 2.013 va a requerir de lo mejor de todos nosotros para sacar esto hacia delante. Creo sinceramente que nos va a hacer falta mucho de los conceptos del deber y honor.

Por ello me vais a permitir que a continuación transcriba un párrafo de el general Douglas MacArthur cuando hizo su alocución de despedida a los cadetes en la Academia Militar de los EE.UU. en West Point, Nueva York, en 1962, año en el que abrí los ojos al mundo. Él creía que los principios del deber, honor y patria eran absolutos:

“Deber, Honor y Patria-estas tres palabras consagradas reverentemente dictan lo que ustedes deben ser, lo que pueden ser, lo que serán. Son la base para incitar el coraje cuando parece fallar el coraje, para encontrar la fe de nuevo cuando parece haber poca causa para la fe, para crear la esperanza cuando la esperanza se vuelve desesperada. .. Los no creyentes dirán que son sólo palabras, sólo una consigna, sólo una frase llamativa. Cada arrogante, cada demagogo, cada cínico, cada hipócrita, cada perturbador, y lamento decirlo, aún otros de un carácter completamente distinto, tratarán de menospreciarlos hasta la burla o la ridiculez... Pero estas son algunas de las cosas que forman. Forman su carácter básico. Los forman para asumir futuros roles como encargados de la defensa nacional. Los hacen suficientemente fuertes como para saber cuando son débiles, y enfrentarse a sí mismos cuando se sienten temerosos.”. 

Creo que nos va a hacer falta para el año entrante.

LIDERANDO PERSONAS

PARADIGMAS DEL LIDERAZGO. DIA 5.  LIDERAZGO CENTRADO EN LA MISIÓN. (Pablo Cardona).




Misión y liderazgo

Durante las últimas décadas, varios estudios han presentado como aspectos clave del éxito duradero de las empresas su capacidad de transmitir un liderazgo específico a lo largo de la organización. Este liderazgo, sin embargo, no se trata de un liderazgo puramente carismático asociado exclusivamente a la personalidad de un determinado líder. En la mayoría de los casos, en especial de las empresas que han mantenido su éxito a lo largo de los años, se trata de un liderazgo asociado a una misión-también denominada credo, principios corporativos, valores, etc.... - que se encuentra íntimamente unida a dicho liderazgo.

Para conseguir el despliegue del liderazgo, es necesario, a su vez, un sentido de trascendencia fundamentado en una misión común. Esto es lo que se conoce como "sentido de misión".De esta forma la misión ayuda a concretar el liderazgo trascendente especificando a quién servir y cómo realizar este servicio.

Esta conexión entre la misión y el liderazgo no basta realizarla con algunos directivos o en determinados niveles. Misión y liderazgo deben estar conectados, en primer lugar, en la cúpula de la organización y, posteriormente, en cascada a lo largo de toda la empresa. Cada directivo debe ser un transmisor de la misión y un modelo para sus colaboradores. Su empeño no cesa hasta constatar que sus colaboradores se han convertido a su vez en nuevos líderes al servicio de la misión.

Por este motivo, el liderazgo trascendente se implementa "de arriba abajo", empezando por los primeros directivos. En nuestra experiencia, este proceso puede realizarse mediante el despliegue de la misión en misionesparticipadas para los distintos departamentos y niveles de la organización, de esta forma, la misión no queda únicamente en unos enunciados genéricos y tiene mayor capacidad para lograr el compromiso e identificación de los miembros de la empresa. En definitiva, para un líder, la misión participada es la respuesta a: ¿Cómo contribuye mi área, mi departamento o mi función a realizar la misión de la empresa?

En este proceso, cada líder es el principal facilitador del cambio, y ambos, misión y liderazgo, generan un binomio consistente capaz de transformar la cultura de toda una organización. Esta unión entre misión y liderazgo es lo que el autor denomina liderazgo centrado en la misión un caso particular del liderazgo trascendente. El liderazgo centrado en la mision, por tanto, no sólo está al servicio de sus colaboradores, ni sólo al servicio de los clientes, ni sólo al servicio de la comunidad. Al estar al servicio de la misión, su compromiso se amplía abarcando todos los ámbitos de la misión que, además de los colaboradores, suele incluir a los clientes, los accionistas u otros stakeholders clave.

En este tipo liderazgo, liderar equivale a impulsar el compromiso con una misión y desarrollar a los colaboradores para que éstos puedan asumir la misión como verdaderos líderes.

 No hablamos, por tanto, de liderar departamentos, de liderar divisiones o de simplemente liderar personas. El directivo o mando, sea cual sea su nivel dentro de la empresa, lidera una misión, y eso es lo que le transforma en líder. No se trata de que tenga unas cualidades excepcionales o un particular carisma personal -aunque si lo tiene puede ser también de gran ayuda. Este tipo de liderazgo está directamente relacionado con una misión y unos valores que van más allá de la propia persona del líder. Por este motivo, podemos decir que el líder centrado en la misiónes aquella persona que está al servicio de una misión y, a su vez, promueve este espíritu de servicio en sus colaboradores.

Dimensiones del liderazgo centrado en la misión

El cambio cultural que supone la implementación del liderazgo centrado en la misión no es una consecuencia automática de unos cursos o de la aplicación de unas determinadas herramientas. Es un proceso de aprendizaje en el que los directivos y sus colaboradores generan nuevos conocimientos, actitudes y comportamientos de forma progresiva, hasta asumir la misión a su respectivo nivel con el sentido de responsabilidad personal propio de un líder. Este proceso se puede estructurar en tres dimensiones básicas: compromiso, cooperación y cambio.

1.    COMPROMISO

La primera dimensión del liderazgo centrado en la misión es la creación de una cultura de alto compromiso en los colaboradores. Junto a la relación extrínseca básica (trabajo por dinero) o intrínseca (la satisfacción del reto), el liderazgo centrado en la misión incorpora la relación trascendente de compromiso (el trabajador se siente partícipe de una misión que hay que llevar a término). Los colaboradores van asumiendo el compromiso de la misión, y no sólo el interés por el trabajo o la retribución, a medida que el líder sigue los siguientes pasos:

1.    Compromiso personal. En primer lugar, el líder debe estar al servicio de la misión de la empresa, sintiéndose personalmente comprometido con ella. Esta es la primera condición y el primer elemento impulsor de todo el proceso de cambio.

2.    Transmitir el compromiso. Luego, debe saber transmitir este compromiso personal a sus colaboradores, para conseguir que también ellos se comprometan con la misión. Para ello, la misión debe ser el eje central de la comunicación del líder con sus colaboradores en las distintas oportunidades que se presentan en el día a día.

3.    Actuar con consistencia. El líder debe impulsar la misión con sentido de urgencia, concretando objetivos ambiciosos en todos los ámbitos de la misión. Si en la misión, por ejemplo, se recogen las dimensiones de clientes, accionistas y empleados, la consistencia le debe llevar a tratar las tres dimensiones con el mismo sentido de compromiso.

Los tres elementos expuestos el líder debe practicarlos de forma sólida y constante. En caso contrario, si el líder no persevera, difícilmente lo harán sus colaboradores y todo el esfuerzo inicial por lograr el compromiso y crear sentido de urgencia acabará desvaneciéndose. La perseverancia no es un simple mantenimiento del compromiso, sino que exige una continua profundización a nivel personal que refuerce los tres pasos del proceso.

2.    COOPERACION

La segunda dimensión del liderazgo centrado en la misión es el desarrollo de una cultura de cooperación por sentido de misión: una forma de trabajar en equipo que va más allá de la mera coordinación de funciones o de simplemente cooperar por una cuestión de eficiencia económica. Cooperar por sentido de misión significa entender cómo los demás compañeros contribuyen a realizar la misión de la empresa y apoyarles para que puedan hacer su trabajo de manera efectiva. De hecho, la cooperación por sentido de misión se genera de manera natural cuando existe un verdadero compromiso con una misión común.

La manera en que los directivos desarrollan esta particular forma de cooperación la describimos en el siguiente proceso:

1.    Establecer compromisos de apoyo. En primer lugar, el líder debe conocer con claridad qué necesitan los demás de él para realizar la misión de la empresa y, mediante acuerdos entre las partes, establecer compromisos de apoyo (relación cliente – proveedor). De esta forma, el líder centrado en la misión adquiere compromisos de cooperación, no como un favor, o como una molestia, sino por un verdadero sentido de misión y, a su vez, impulsa esta actitud entre los miembros de su equipo.

2.    Hacer un seguimiento proactivo. Una vez establecido el compromiso inicial, el líder debe ir ajustando los compromisos de apoyo a la realidad de cada momento, así como resolver los desajustes. De hecho, cooperar por sentido de misión no consiste en un mero cumplimiento de parámetros numéricos, sino en asegurar que la cooperación es realmente efectiva y está teniendo impacto real en la misión de la empresa.

3.    Evaluar el servicio. Periódicamente, el líder debe buscar la evaluación de sus clientes internos para medir los avances en los servicios prestados a otras áreas. No es una evaluación para buscar culpables o inocentes, sino para detectar nuevas necesidades que no se tenían en cuenta o que no se habían priorizado de modo adecuado.

Estos tres pasos -compromisos de apoyo, seguimiento pro activo y evaluar el servicio- son de gran utilidad tanto para la planificación periódica como para la resolución de conflictos puntuales. De hecho, crear una verdadera cultura de cooperación por "sentido de misión" requiere reforzar constantemente el ejercicio de los tres pasos expuestos.

3.    CAMBIO

La tercera dimensión del liderazgo centrado en la misión es la capacidad del líder para implementar los cambios que exige la misión. Para ello, el líder debe mirar constantemente "hacia fuera", y entender cómo evolucionan las condiciones de su entorno y las expectativas y necesidades de los stakeholders de la misión (clientes, accionistas, empleados, etc…). Por ejemplo, las expectativas y necesidades del comprador de un coche hoy son muy diferentes a las de hace 20 años, y dentro de otros 20 serán muy distintas a las actuales. Lo mismo ocurre, por ejemplo, con las necesidades y expectativas de los empleados donde aspectos como el desarrollo profesional o la conciliación cobran cada vez más relevancia. De hecho, la misión puede mantenerse "intacta" a lo largo de décadas pero la forma de llevarla a término de modo excelente está en constante evolución. El líder debe impulsar la misión buscando el equilibrio constante entre lo ya conocido (explotación) y el replanteamiento creativo (exploración). Este proceso de cambio es el que describimos en los siguientes pasos:

1.    Cambio personal. El líder centrado en la misión no se aferra a sus planteamientos pues es la misión la que guía el cambio, y una vez identificado el nuevo camino a seguir, el líder debe ser el primero en recorrerlo.

2.    Promover el cambio en los colaboradores. Una vez iniciado el proceso de cambio personal, aunque sea un proceso largo apenas comenzado, el líder posee la autoridad para promover el cambio en sus colaboradores. En este proceso, el líder ha de ser un auténtico coach de su gente: una persona cercana con la que se pueda dialogar acerca de los problemas y de las necesidades, promoviendo el cambio por sentido de misión.

3.    Generar nuevos líderes. El líder debe conseguir que sean sus propios colaboradores los que impulsen el cambio. De esta forma, los colaboradores empiezan a ver la misión con mentalidad de líderes, asumiendo la responsabilidad de la misión a su nivel.


EL DESARROLLO DEL LIDERAZGO CENTRADO EN LA MISION

El liderazgo centrado en la misión, si se implementa correctamente, tiene la capacidad de "despertar" un liderazgo latente en las personas y, con tiempo y esfuerzo, consigue transformar seguidores en líderes con un alto grado de éxito. A su vez, este proceso de aprendizaje también es válido para aquellas personas que ya son líderes en sus organizaciones. Sin embargo, en estos casos, el aprendizaje del liderazgo centrado en la misión no significa un aprendizaje "desde cero", sino que debe adaptarse al tipo de liderazgo practicado hasta la fecha. Según sea este tipo de liderazgo, podemos distinguir tres tipos distintos de evolución al liderazgo centrado en la misión:
   
Estilo de liderazgo
Aprendizaje
Claves
Transaccional

Progresivo

Replanteamiento de su estilo de liderazgo

Transformador

Rápido

Ponerse al servicio de la misión

Trascendente

Exponencial

Ampliar su compromiso a todos los ámbitos de la misión


  
a)    En el caso del líder transaccional, el liderazgo definido por una relación de influencia económica, la evolución hacia el liderazgo centrado en la misión no siempre es sencilla. El problema es que este tipo de líderes suelen entender la misión como algo teóricamente correcto o incluso interesante como campaña de "marketing interno", pero no llegan a pensar que les afecte a ellos realmente.

Podríamos decir que este liderazgo se encuentra lejos del liderazgo centrado en la misión. Su compromiso, aunque puede ser muy alto, está centrado en los ámbitos económicos de la misión, su capacidad de trabajar en equipo suele ser baja, y su disposición al cambio responde normalmente a impulsos reactivos cuando los números no ofrecen los resultados esperados.

Para el líder transaccional, la iniciación al liderazgo centrado en la misión suele ser lenta, pues debe vencer la tendencia a valorarlo todo exclusivamente por parámetros estrictamente económicos. Una vez superada esta tendencia, su aprendizaje puede ser progresivo a medida que deja atrás otras prácticas del liderazgo transaccional. La clave para el cambio en este colectivo está en el replanteamiento del propio estilo de liderazgo.

b)    En el caso del líder transformador, el liderazgo definido por una relación de influencia profesional, la evolución hacia el liderazgo centrado en la misión es más fácil que en el caso anterior, pero también presenta algunas dificultades. El problema es que estos líderes, generalmente carismáticos o visionarios, acostumbran a ser ellos el centro de donde emana la "inspiración" y motivación de sus colaboradores. En estos casos, aunque pueden llegar a ver la misión con interés como herramienta de management, no se sienten cómodos con la idea de que la misión esté por encima de su propio carisma o visión personal.

En cierta medida, el líder transformador se encuentra muy cerca del liderazgo centrado en la misión: fuerte compromiso personal, habilidad para conseguir el compromiso de sus colaboradores, alta capacidad para promover la cooperación y el trabajo en equipo, y una gran tenacidad para emprender cambios e implementarlos en sus colaboradores. Sin embargo, el problema es que el compromiso, la cooperación y el cambio que promueven están centrados en sus fuertes capacidades de mando o carisma personal, pero no necesariamente en la misión de la empresa.

El líder transformador, por lo general, necesita un tiempo de adaptación hasta que se siente cómodo con la idea de ponerse al servicio de la misión. Sin embargo, a medida que va incorporando este nuevo rol de servicio, muestra un rápido aprendizaje. En la práctica, el líder transformador no tarda en darse cuenta de que es más sencillo implementar una visión apelando al sentido de misión de sus colaboradores que hacerlo basándose sólo en sus propias habilidades.

En estos casos, la clave para evolucionar al liderazgo centrado en la misión consiste en aprovechar las ventajas que ofrece el liderazgo transformador y, a su vez, poner las capacidades de mando y el carisma personal al servicio de la misión.

c)    En el caso del líder trascendente, el liderazgo definido por una relación de influencia personal de servicio a determinados colectivos o personas, la evolución hacia el liderazgo centrado en la misión suele ser mucho más fácil que en los dos casos anteriores. El motivo principal es que el liderazgo centrado en la misión es, en definitiva, un caso particular del liderazgo trascendente. Para estos líderes, el liderazgo centrado en la misión representa una forma concreta y estructurada de realizar lo que, en parte, ya venían haciendo de manera natural.

Podríamos decir que el líder trascendente tiene la base adecuada para el ejercicio del liderazgo centrado en la misión: su compromiso personal y el compromiso de sus colaboradores está centrado en el servicio, fomentando la cooperación y promoviendo el cambio para satisfacer a los colectivos con los que está comprometido. Sin embargo, estos colectivos no abarcan necesariamente todo el ámbito de la misión. Por ejemplo, el liderazgo servidor -del que se ha hablado anteriormente se centra en servir a los colaboradores, pero no incluye habitualmente a otros colectivos.

Para el líder trascendente, el liderazgo centrado en la misión es una manera de hacer más efectivo y transmitir con más facilidad el liderazgo a sus colaboradores. Su aprendizaje suele ser exponencial y rápidamente se convierten en un referente para el resto de la organización.En este caso, la clave para desarrollar el liderazgo centrado en la misión con éxito consiste en ampliar su compromiso personal y el de sus colaboradores para abarcar todos los ámbitos de la misión.

LA LUCHA CONTRA EL EGO

Junto al ejercicio de las tres dimensiones expuestas -compromiso, cooperación y cambio-, existe una batalla personal del líder que ejerce una gran influencia en la eficacia del LIDERAZGO CENTRADO EN LA MISIÓN. Se trata de la lucha por el control del ego personal, algo que deben practicar constantemente todos aquellos directivos y mandos que ejercen en las organizaciones una posición de liderazgo.

Algunas organizaciones tratan de mitigar el ego de sus colaboradores mediante políticas como el rango igualitario o la supresión de distintivos externos entre grados, etc. Esto es debido a que, como hemos visto anteriormente, muchos directivos son conscientes de que el ego descontrolado del líder puede ser fuente de múltiples limitaciones. Por ejemplo, un líder con el ego descontrolado suele percibir el liderazgo de sus colaboradores como una amenaza, y a menudo, de manera inconsciente, estos directivos se convierten en un freno para el desarrollo de liderazgo de sus colaboradores.

La perseverancia en la batalla personal contra el ego, que puede manifestarse de diferentes maneras a lo largo de la vida del directivo, es una constante en el ejercicio de lo que hemos definido como el liderazgo centrado en la misión. Es la lucha por trascender al propio "yo", centrarse en la misión, poniéndola por encima de las opiniones y ambiciones personales y, a su vez, fomentar el liderazgo de los colaboradores, sin miedo a que esto pueda significar una pérdida de poder o de autoridad. De hecho, el efecto de impulsar el liderazgo de los colaboradores es más bien el contrario: refuerza el propio liderazgo personal y robustece la consistencia de todo el equipo.

Es tan importante el efecto del ego en la eficacia del liderazgo centrado en la misión que podemos formular la siguiente ecuación:
Compromiso x Cooperación x Cambio
LCM=                                 Ego

Esta ecuación también simboliza que las tres dimensiones del numerador -compromiso, cooperación y cambio- son multiplicativas, es decir, si una de ellas es 0, el líderazgo total es =0 .

Para lograr el liderazgo centrado en la misión de manera efectiva, debe haber por lo menos una cierta combinación de las tres dimensiones.

BENEFICIOS DEL LIDERAZGO CENTRADO EN LA MISION

A través de las diferentes experiencias de proyectos de implementación y despliegue de la misión, el liderazgo centrado en la misión es capaz de generar unos resultados extraordinarios. Entre los beneficios observados, podemos destacar:

·         Promueve la transmisión del liderazgo en toda la organización.

·         Incrementa el sentido de urgencia a los diferentes niveles de la empresa.

·         Mejora la eficacia de la labor de directivos y mandos.

·         Incrementa la cooperación entre áreas y personas.

·         Es una herramienta eficaz para la captación, desarrollo y retención del talento de liderazgo.

·  Actúa como potente catalizador para acometer cambios estructurales u organizativos.
  
En definitiva, el ejercicio del liderazgo centrado en la misión, ya sea para los que pasan de seguidores a líderes como para los que ya son líderes en sus organizaciones, no deja de ser un ejercicio de realización personal, fruto de muchas victorias y también de muchas derrotas asumidas con deportividad y espíritu de aprendizaje. En el fondo, no se puede decir que el liderazgo centrado en la misión se haya conseguido de una vez para siempre. Para ejercer el liderazgo centrado en la misión de manera efectiva, siempre habrá que estar reforzando el proceso y no bajar la guardia, impulsando el liderazgo en los colaboradores para que "trascienda" a lo largo de toda la organización.

  

miércoles, 26 de diciembre de 2012

LIDERANDO PERSONAS PARADIGMAS DEL LIDERAZGO. DIA 4. LIDERAZGO RELACIONAL. TIPOS DE LIDERAZGO . (Pablo Cardona).


Vaya cocido, mezcla de gallego y valenciano, nos preparó ayer la mamá de Susi. Simplemente espectacular. El chorizo de cebolla, las “pelotas” (he de decir que parecían de baloncesto), el codillo, etc…, hacían de ese cocido navideño algo único para degustar.

Vaya día bonito de Navidad, gracias Susi, Gines y familia por habernos hecho sentir un dia tan bonita de esa manera tan especial.


LIDERANDO PERSONAS

PARADIGMAS DEL LIDERAZGO. DIA 4.  LIDERAZGO RELACIONAL. TIPOS DE LIDERAZGO . (Pablo Cardona).

A lo largo de la historia han existido casos de directivos que pueden considerarse un ejemplo de liderazgo. Muchos de ellos han sido objeto de estudio y admiración, y han pasado a la historia como un modelo a seguir. En muchos casos se trata de personas con unas cualidades excepcionales, fuera de lo común. Son líderes con unos principios y valores personales fuertemente arraigados que les permitieron lograr lo que hoy en día tantas empresas persiguen: el compromiso de sus empleados con una misión rica en contenido, credibilidad y urgencia.

En general, se trata de eso: casos excepcionales, personas excepcionales, resultados excepcionales. Sin embargo, el liderazgo es alcanzable por personas comunes y en todos los niveles de la organización si se dispone de un contexto adecuado. Ahora bien, para conseguir este contexto es necesario abandonar el enfoque personalista del líder que durante décadas ha imperado en las organizaciones.




Tipos de liderazgo

El significado de la palabra liderazgo ha sufrido importantes cambios durante el siglo xx. Con el paso del tiempo, el liderazgo ha dejado de ser una característica exclusiva de los altos directivos y ha pasado a ser una competencia crítica buscada en todos los niveles de la organización.

Sin embargo, la realidad es muy diferente a lo que en teoría se persigue. Muchas empresas, a pesar de que en sus principios corporativos presentan el liderazgo como uno de sus valores fundamentales, en la práctica, siguen reteniendo el liderazgo en la cúpula de la organización. Esto se debe a que la inercia de la cultura les lleva a seguir practicando un liderazgo de vértice. Como dato que avala esta realidad, en un estudio realizado y en el que han participado más de 6.000 directivos y mandos medios de 106 grandes empresas, el liderazgo resultó ser una de las competencias menos desarrolladas en las organizaciones.

Para explicar cómo superar estas limitaciones y conseguir desarrollar el liderazgo de manera efectiva, conviene empezar distinguiendo tres tipos de liderazgo, dependiendo de la relación de influencia que existe entre líder y colaborador": liderazgo transaccional, liderazgo transformador y liderazgo trascendente.

Liderazgo transaccional

Es el liderazgo definido por una relación de influencia económica. El líder transaccional se apoya en los premios y castigos para motivar a sus subordinados. De hecho, su capacidad de influencia coincide con su capacidad de dar o retirar incentivos. Para ello, establece reglas de juego claras y objetivos bien diseñados. Su estilo directivo tiende a ser de "ordeno y mando", con énfasis en el control y fuerte uso del poder formal. Es un líder que mira con detalle el corto plazo y que maneja los procesos y los recursos de manera eficiente.

El líder transaccional es, por tanto, un buen gestor, que tiende a la mejora continua a base de mayor estandarización, orden y repetición de los procesos ya conocidos y bien experimentados. Los buenos líderes transaccionales suelen ser buenos negociadores, autoritarios y hasta agresivos, de modo que obtienen el máximo fruto de la relación de influencia económica que han creado. Este fruto, sin embargo, es sub óptimo desde el punto de vista de otras relaciones de mayor valor añadido, puesto que abarca -en el mejor de los casos- únicamente aquellos comportamientos exigidos formalmente.

Liderazgo transformador

Es el liderazgo definido por una relación de influencia profesional. En una relación profesional el colaborador no sólo está interesado en la retribución económica que percibirá a cambio de su trabajo, sino también en el trabajo en sí: el reto que supone, el aprendizaje que conlleva, el atractivo que presenta.

 La influencia del líder transformador es más profunda que la del líder transaccional, pues no sólo puede influir a base de premios y castigos, sino también a base de ofrecer un trabajo atractivo en el que los colaboradores aprendan y se comprometan. Típicamente, el líder transformador es inconformista, visionario y carismático, y replantea continuamente tanto el modo de hacer las cosas en la empresa como las mismas aspiraciones e ideales de los seguidores.

Es un líder con gran capacidad de comunicación: que arrastra, que convence, que tiene una gran confianza en sí mismo y en su visión, y que tiene un alto grado de determinación y energía para llevar a cabo los cambios que se propone.

El líder transformador no se opone necesariamente al líder transaccional: es un líder transaccional enriquecido. «El liderazgo transformador es una expansión del liderazgo transaccional". Este es el liderazgo que proponen varios autores como, por ejemplo, W.G. Bennís: «(Los líderes) saben lo que quieren, por qué lo quieren y cómo han de comunicar lo que quieren a otros para ganar su cooperación y apoyo». Este liderazgo crea una distinción clara entre el líder y los que le siguen: el líder es uno y los demás son seguidores. Podríamos decir que el líder transformador retiene el liderazgo en el vértice: el líder es el garante de la visión y el generador del cambio en su organización.

Sin embargo, aunque en determinados contextos este liderazgo pueda ser efectivo, dificulta enormemente el desarrollo de nuevos líderes a lo largo de la organización y, a su vez, es un freno para la captación, desarrollo y retención del talento de liderazgo. Esto se debe a que los colaboradores que presentan un alto potencial, si no consiguen subir a la cúspide en un plazo relativamente corto de tiempo, suelen verse forzados a buscar alternativas para poder desarrollar su liderazgo en otros ámbitos u organizaciones.

Además, este tipo de liderazgo puede ser especialmente problemático cuando la visión personal del líder se convierte en un fin en sí mismo o, aún peor, en un ejercicio de auto engrandecimiento.La bibliografía está llena de ejemplos de líderes que arrastran a la gente para conseguir una gloria personal. Este tipo de liderazgo transformador se suele llamarnarcisista”.  El peligro del líder narcisista es que tiende a ser manipulador, si con ello consigue persuadir a los colaboradores para que hagan lo que el líder quiere. Este lado oscuro del líder transformador ha llevado a Bass a distinguir entre el liderazgo verdaderamente transformador y el “seudotransformador". El primer tipo lo formarían los líderes transformadores que además de carismáticos tienen un fondo ético, y el segundo tipo lo formarían los que se dejan llevar por la tentación narcisista. Sin embargo, esta distinción es un poco forzada y muestra que, en el fondo, hace falta una categoría nueva para distinguir unos líderes transformadores de otros.

Liderazgo trascendente

Es el liderazgo definido por una relación de influencia personal. En una relación personal el colaborador, además de buscar la retribución y el atractivo del trabajo, busca, mediante una labor bien hecha, satisfacer necesidades reales de personas, colectivos o la sociedad en general.

Este liderazgo no excluye a las personas inconformistas, visionarias o con un especial carisma. Al contrario, estas cualidades podrán impulsar aún más su liderazgo, siempre y cuando el líder ponga sus cualidades o su carisma al servicio de los demás. En este sentido, la influencia del líder trascendente es aún más profunda que la del líder transformador, pues puede influir no sólo con premios y castigos, o con retos profesionales atractivos, sino también apelando a la necesidad que otros tienen de contribuir a un proyecto que vale la pena.

El líder trascendente está fuertemente comprometido con determinadas personas o colectivos, como por ejemplo sus clientes, sus colaboradores, sus compañeros de otras áreas o incluso determinadas causas u obras sociales. Ahora bien, para ser un líder trascendente no basta con estar comprometido con determinados colectivos, sino que, a su vez, el líder debe impulsar este mismo compromiso entre sus colaboradores. Además, al promover este espíritu de servicio, el líder trascendente no retiene el liderazgo a su nivel, sino que procura que el liderazgo trascienda en sentido vertical. Es un líder generador de líderes que tiene una mayor capacidad para captar, desarrollar y retener el talento de liderazgo.

Es un líder que entiende su labor como un servicio a sus colaboradores, pues en el fondo, está al servicio de los otros. Por ello, está más desprendido de su propio criterio, y hasta de su mismo puesto, cuando esto signifique una mejor manera de servir. Como líder de líderes, exige una mayor responsabilidad y prefiere compartir el éxito con sus colaboradores en lugar de acumular las medallas para sí mismo. Podríamos decir que el líder trascendente es un líder más ambicioso y, a la vez, más humilde que el líder transformador.

Ahora bien, en una organización donde se intente promover e impulsar el liderazgo trascendente, es necesario que los líderes posean un entendimiento común sobre los colectivos a los que deben servir y en qué consisten los compromisos que adquieren con ellos. En caso contrario, cabe el peligro de que, dentro de una misma organización, unos estén al servicio de, por ejemplo, los clientes, y otros al servicio de otros colectivos, como los accionistas, los empleados o la comunidad. Esta situación puede generar inconsistencias e incluso tensiones internas, pues los líderes, aunque ejercen un mismo tipo de liderazgo, no comparten un liderazgo común.


martes, 25 de diciembre de 2012

LIDERANDO PERSONAS PARADIGMAS DEL LIDERAZGO. DIA 3. LIDERAZGO PERSONAL .(M Nuria Chinchilla y Max Torres. MADUREZ EFECTIVA. LA GESTION DEL TIEMPO


Ya estamos en el Día de Navidad. Son días de sentimientos encontrados, anhelos, añoranzas, tristezas, a la vez que de alegría, solidaridad, disfrute, y quizás el momento del año en el que la generosidad y el amor se encuentran más presentes en nuestras vidas.

La verdad es que en lo personal no quisiera que el tiempo arrebatase a Duna esa inocente ilusión de la Nochebuena.

A mis amigos decirles que les quiero, y mi familia la amo, espero que esta reflexión de hoy nos ayude a planificar este retante año que tenemos por delante y que inauguraremos en apenas 6 días.

FELIZ NAVIDAD


LIDERANDO PERSONAS

PARADIGMAS DEL LIDERAZGO. DÍA 3.  LIDERAZGO PERSONAL .(M Nuria Chinchilla y Max Torres.

MADUREZ EFECTIVA. LA GESTIÓN DEL TIEMPO



MADUREZ AFECTIVA.-

Como veíamos más arriba, ser persona supone tener necesidades materiales, cognoscitivas y afectivas. Pues bien, el proceso de aprendizaje hacia la humanización pasa, indefectiblemente, por el desarrollo de la afectividad.

A medida que voy captando racionalmente al otro con un modelo completo de persona, actúo en consecuencia y voy interiorizando ese modelo, lo cual desarrolla mi afectividad.

Todos conocemos algún líder que instrumentaliza a sus subordinados y los trata como puros medios para su éxito personal. Lo interesante es ver cómo esa persona trata a sus «amigos» (si es que los tiene) o incluso a su cónyuge o a sus hijos, porque el paradigma que usa en sus decisiones sobre las personas que trata acabará siendo el mismo en uno y otro contexto.

El decisor es el mismo en casa y en el trabajo, y los aprendizajes tras cada decisión se los lleva puestos. No es posible vivir en una esquizofrenia constante. Y si sigue tratando a todas las personas como puros medios, acabará entrando, en un momento u otro de su vida, en un terrible vacío existencial.

A veces, esta experiencia tarda en llegar porque el líder está dopado con espejuelos de éxitos profesionales (y mientras tanto hace la vida imposible a los más cercanos), pero cuando llega algún fracaso, las consecuencias son nefastas y predecibles. De hecho, la afectividad se parece al oxígeno en que ambos son necesarios para vivir bien, pero así como el oxígeno en cuanto falta lo notamos y vamos corriendo a buscarlo, la falta de desarrollo afectivo puede no notarse hasta que cristaliza como una patología en nuestra personalidad.

¿Cómo ayudar a esas personas a ser mejores lideres? ¿Cómo desarrollar esa capacidad de afecto -la capacidad de amar- en personas que la tienen bajo mínimos?

Hoy «a cualquier cosa se le llama amor. Existen muchas palabras relacionadas con él: enamorarse, querer, desear, gustar, buscar, necesitar... Hay muchos matices, y la educación es necesaria para saber distinguir entre unas y otras.» (Enrique Rojas)

Ante todo tenemos que diferenciar entre emociones o sensaciones -que nos vienen más o menos dadas-, y sentimientos o afectos -que son aprendidos-.

La persona tiene tres potencias a desarrollar:

Desarrollo de la Afectividad




1.    la capacidad de querer (voluntad),
2.    la capacidad de hacer (acción),
3.    y la capacidad de sentir.


El proceso de aprendizaje para el desarrollo de la afectividad empieza, pues, por querer (racionalmente) hacer algo por otro por el que quizá no sentimos nada positivo ahora (aunque quizá sí lo habíamos sentido con anterioridad...).

Y ese algo tiene que ser algo factible para nosotros (cada uno sabrá cuan alto puede ser ese escalón a saltar), lo cual supondrá un esfuerzo por nuestra parte y no seguir el circuito de lo más atractivo en ese momento sino lo que nos presente nuestra racionalidad como más conveniente en esa circunstancia. Si damos ese paso y hacemos operativo lo que hemos pensado, la consecuencia es que crece nuestra capacidad de sentir algo por esa persona.

Las etapas del proceso para el desarrollo afectivo serían, pues, las siguientes:
a)    capto el valor del otro racionalmente,
b)    quiero efectivamente hacer algo,
c)    lo hago influir en mis decisiones,
d)    lo hago operativo, y,
e)    como consecuencia, crece mi virtud y mi sentimiento; es decir, me humanizo.

Por otro lado, la gran mayoría de las veces se pone en marcha el principio de reciprocidad en las relaciones humanas, (neuronas espejo)  y así también es frecuente que la otra parte empiece a cambiar su actitud y sentimientos hacia quien dio ese primer paso para mejorar la relación.

LA GESTIÓN DEL TIEMPO PERSONAL Y PROFESIONAL

Otra competencia básica que conforma el liderazgo personal es la capacidad de gestionar nuestro tiempo.

Según Peter Drucker: «Nada distingue tanto al directivo eficaz como su amor al tiempo.» El tiempo es un recurso escaso, inelástico e imposible de reemplazar. Os habéis dado cuenta que el tiempo ¿no se puede ahorrar?.

Gestionar el tiempo es, pues, gestionar nuestra propia vida mientras estamos metidos en los límites del espacio y del tiempo. Es, además, el único recurso perfectamente socializado. Se nos entrega a diario una cantidad fija igual para todos: 24 horas.

¿Por qué hay entonces personas felices y con grandes éxitos, y otras que nunca tienen tiempo?

La diferencia está en su empleo.

Muchos lidres están viviendo en una constante situación de estrés -actividad febril, prisas irracionales, angustia de lo que tenía que estar hecho y aún no lo está ... -, porque viven en el llamado «frenesí del ayer», en lugar de pararse y planificar lo factible para la siguiente etapa, delegar lo delegable y olvidarse del pasado (ya que el tiempo perdido no se recupera nunca ... ). (Esta conversación la hemos tenido con el equipo recientemente)

La causa más evidente de esta situación proviene de confundir lo urgente con lo importante.

Es fácil que se eche la culpa a los llamados «ladrones del tiempo» (falta de información, interrupciones constantes, desorganización de otros, exceso de burocracia, exceso de reuniones, exceso de urgencias, errores de terceros, incompetencia de los jefes ... ).

Pero ¿no será mejor mirar hacia nosotros mismos para tratar de ver qué parte del problema está en mí? (Esto es centrarme en mi circulo de influencia en lugar de ser dependiente de mi circulo de preocupación)

Este es el ámbito que puedo empezar a gobernar con mayor autonomía: yo y mis hábitos personales (falta de organización personal, confusión de las prioridades, escasa delegación en los colaboradores, exceso de optimismo al apreciar mis habilidades y potencial de trabajo, poca puntualidad y control del horario, dilación de decisiones importantes, precipitación...).

Decía Rudyard Kippling que «se trata de llenar cada minuto con sesenta intensos segundos.» Pero para saber cómo se traduce esta poética sentencia en cada una de nuestras vidas, tendremos que empezar por preguntarnos cuáles son nuestros objetivos vitales, a fin de poder invertir el tiempo de modo que sea coherente con dichos objetivos.

Decía Henry Kissinger que «no hay nada más frustrante en la vida que fijarse un objetivo, que pase el tiempo y no alcanzarlo.» Pero aún puede ser peor perseguir el objetivo, alcanzarlo, y entonces darte cuenta de que no sirve para nada...

Stephen Covey propone empezar con un fin en la mente, que nos sirva como brújula en momentos de conflicto ante distintas demandas del entorno. De hecho, existe una correlación directa entre la visión global de hacia dónde nos dirigimos y nuestro nivel de actividad.

Con este fin, propone que el líder haga una reflexión personal para conectar con sus verdaderos principios y valores, y que descubra cuál es su misión en esta vida: qué debe intentar conseguir y qué legado quiere dejar.

El siguiente paso consiste, pues, en identificar los distintos papeles que estamos desempeñando en nuestra vida y que son el cauce para operativizar nuestra misión. Se trataría ahora de proponer metas alcanzables en cada una de estas áreas para el próximo año, a fin de poder hacer planes realistas para conseguirlos.

Ese es el momento de poner racionalidad en el asunto y reflexionar sobre lo que es factible y sobre los cómos. Todo ello requiere un mayor autoconocimiento (intangible del liderazgo), saber decir que no a algunas demandas, renegociar plazos, etcétera.

Hay una serie de actividades de prevención, que Covey califica como «actividades de CP» (porque son las que nos posibilitan seguir teniendo «capacidad de producir») y que tienen que ver con nuestra naturaleza física y espiritual. Requerimos tiempo para el descanso, para el deporte, para seguir cultivando nuestros conocimientos, para alimentar nuestra alma. También nuestra naturaleza es social, y por tanto, tenemos que guardar tiempo para construir relaciones con las demás personas y cuidarlas (frente a la agresividad que surge cuando corremos demasiado y pisamos callos por doquier).Además es necesario guardar tiempos de agenda para poder reflexionar, a fin de reconocer nuevas oportunidades y poder planificar el futuro. En esos momentos es cuando se puede recrear ese futuro, de modo tal que nosotros seamos los que proactivamente generemos el cambio necesario en los pequeños o grandes temas que nos propongamos.

Es arduo, pero ilusionante, porque nos da visión, perspectiva, menos crisis, una mayor calidad de vida, y la posibilidad de convertirnos en verdaderos líderes personales; es decir, en personas íntegras y confiables (predecibles) que buscan su equilibrio personal y, por ende, facilitan el de los demás.

LIBERAR LA PROPIA TRAYECTORIA PERSONAL Y PROFESIONAL

Las distintas estaciones de la vida requieren esfuerzos distintos en nuestra trayectoria profesional y personal. Las organizaciones también tienen su propia dinámica de necesidades

Una de las misiones del líder será ensamblar ambos tipos de requerimientos en el tiempo, empezando por él mismo.

Las nuevas generaciones ya no entienden el éxito en la carrera profesional sólo desde criterios objetivos como serían el sueldo, el nivel en la organización o las promociones conseguidas. Se ha producido un cambio hacia una mayor valoración del éxito desde criterios internos y subjetivos, tales como satisfacción con la trayectoria, satisfacción con el trabajo que se realiza en el día a día, satisfacción con los compañeros de trabajo y satisfacción con la vida misma (tiempo para el ocio, para la familia, etcétera).

Actualmente, la vida laboral está en su mayor parte organizada como si los que allí trabajan no tuvieran otras facetas en su vida. Pero tanto ellas como ellos, al tiempo que se empeñan en desarrollar una profesión, son padres y madres de familia, y en ese rol nadie los puede sustituir. Uno de los principales retos en la era de la globalización es alcanzar un equilibrio fructífero entre el mundo de la competencia y la productividad -tradicionalmente masculino- con el mundo de la familia -espacio de cooperación y solidaridad identificado hasta hace poco con el quehacer femenino.  Ambos mundos, el de la eficacia y el de la fecundidad no son espacios excluyentes ni exclusivos de uno u otro sexo, sino claramente complementarios.



Feliz Navidad.