domingo, 24 de agosto de 2014

LIDERANDO PERSONAS FOCUS. DESARROLLAR LA ATENCIÓN PARA ALCANZAR LA EXCELENCIA. DÍA 2. LA ANATOMIA DE LA ATENCION. LOS FUNDAMENTOS BASICOS. (Daniel Goleman)

LIDERANDO PERSONAS

FOCUS.  DESARROLLAR LA Atención PARA ALCANZAR LA EXCELENCIA. 
Día 2. LA ANATOMIA DE LA ATENCION. LOS FUNDAMENTOS BASICOS. (Daniel Goleman)

Williams James, uno de los padres de la psicología moderna, definía la "atención" como "la toma de posesión, por la mente, de un modo claro y vivido, de uno entre varios objetos o cadenas de pensamientos simultáneamente posibles". Es el poder de la atención selectiva, capacidad neuronal de dirigir la atención hacia un solo objetivo, ignorando el aluvión de datos circundante.


Sin embargo tenemos dos tipos de distractores: los sensoriales y los emocionales.
Los distractores sensoriales son sencillos y nos ayudan, por ejemplo, a dejar de prestar atención, mientras leemos, a los márgenes blancos que enmarcan el texto.
Los más complejos son los emocionales, esto es, las distracciones asociadas a estímulos emocionalmente cargados.
Por ello el reto al que nos enfrentamos procede de la dimensión emocional de nuestra vida, como el encontronazo que acabamos de tener con otra persona o esa voz interior que no deja de interferir en nuestro pensamiento. La línea divisoria entre la especulación infructuosa y la reflexión productiva reside en si nos acerca a alguna solución o comprensión provisional que nos permite dejar atrás esos pensamientos o nos mantiene, por el contrario, obsesivamente atrapados en el mismo bucle de preocupación.
Es en las regiones prefrontales del cerebro donde se asientan los circuitos neuronales de centrar la atención en un objeto ignorando el entorno circundante. Los circuitos especializados de esta región alientan la fortaleza de los datos en los que queremos concentrarnos, amortiguando los que decidimos ignorar.
Las personas que mejor se concentran son relativamente inmunes a la turbulencia emocional, mas capaces de permanecer impasibles en medio de la crisis y de mantener el rumbo en medio de una marejada emocional, pues utilizan más eficazmente los circuitos neuronales de la atención selectiva, pues estos incluyen mecanismos de inhibición de la emoción.
La capacidad de desconectar la atención sobre una cosa y dirigirla hacia otra es esencial para nuestro bienestar (véase la depresión o repetición incesante de rituales o pensamientos internos).
El hecho de centrarnos en algo es una de nuestras muchas capacidades vitales esenciales que nos ayuda a navegar a través de la turbulencia de nuestra vida interior, del mundo interpersonal y de los retos que la vida nos depara.
Cuanto mayor es la concentración, mayor es la conexión neuronal pues los circuitos cerebrales de la corteza prefrontal se sincronizan con el objeto de esa emisión de conciencia. Si en lugar de concentración lo que existe es una maraña de pensamientos, la sincronía se desvanece. Esa pérdida de sincronía es propia de quienes padecen del trastorno de déficit de atención.
La atención concentrada mejora el aprendizaje. Cuando nuestra mente divaga, nuestro cerebro activa una serie de circuitos que nada tiene que ver con lo que estamos pretendiendo.
DESATENDER.
Es curioso hacer notar que la comprensión es inversamente proporcional a la distracción. Cuando leemos, nuestra mente elabora un modelo mental que nos conecta con el universo de modelos almacenados que giran en torno al mismo tema y nos ayuda a dar sentido a lo que estamos leyendo. Cuanto más distraídos estemos mientras elaboremos el modelo, mas tardaremos en darnos cuenta que estamos distraídos y por tanto más cosas se nos “escaparan”.
Cuanto más distraídos estamos, más superficiales son nuestras reflexiones, y, cuanto más breves éstas, más triviales son las conclusiones.
LA ATENCION, LA CONCENTRACION Y LA FLUIDEZ.
Este apartado lo reproduciré casi intacto debido a su riqueza conceptual.
Una investigación realizada por Howard Gardner, de Stanford, William Damon, de Harvard, y Csikszentmihalyi, de Claremont, se centró en lo que llamaban “un buen trabajo”, una combinación entre lo que uno cree que le gusta y lo que realmente le gusta (en lo que destaca). El placer y la absorción plena en lo que nos gusta es el indicador de fluidez. La vocación de alta absorción es aquella en la que se ama lo que se hace.
No es habitual ver, en la vida cotidiana, a personas que se hallan en estado de flujo. La mayor parte del tiempo, las personas están estresadas o aburridas y solo de manera ocasional experimentan lapsos de flujo. El 20%, según parece, de las personas experimentan momentos de flujo al menos una vez al día y en torno al 15% jamás entran en dicho estado.
Una de las claves para intensificar nuestra conexión con el estado de flujo consiste en sintonizar lo que hacemos con lo que nos gusta. Las personas con éxito son las que han sabido dar con esa combinación.
Son varias además del cambio de profesión, las puertas de acceso al flujo.
Una de ellas consiste en acometer tareas cuya exigencia se aproxime, sin superarlo, al límite superior de nuestras habilidades. Otra vía consiste en hacer algo que nos apasione, porque el estado de flujo se ve impulsado por la motivación. El objetivo último consiste en alcanzar la concentración plena, porque la concentración, independientemente de la forma en que la movilicemos o del modo en que lleguemos a ella, favorece la fluidez.
El estado cerebral óptimo para llevar a cabo un buen trabajo se caracteriza por la armonía neuronal, es decir, por la elevada interconexión entre diferentes regiones cerebrales y Los circuitos necesarios para la tarea en curso se hallan, en ese estado, muy activos, mientras que los irrelevantes, por el contrario, permanecen en silencio, lo que favorece la conexión del cerebro con las exigencias del momento. Cuando nuestro cerebro se adentra en esa dimensión óptima entramos en flujo, con lo que nuestro trabajo, en consecuencia, hagamos lo que hagamos, es excelente.
Las investigaciones realizadas al respecto en el entorno laboral ponen, sin embargo, de relieve que la gente se halla en estados cerebrales muy diferentes lo imprescindible. Su atención, dicho de otro modo, se halla muy dispersa. Y esa indiferencia y falta de compromiso se hallan, especialmente en los trabajos poco exigentes y repetitivos. Para acercar al trabajador des motivado al estado de flujo es necesario intensificar la motivación y el entusiasmo, evocar una sensación de objetivo y agregar una pizca de presión.
Otro grupo considerable, por el contrario, se halla atrapado en un estado que los neurobiólogos denominan "agotamiento extremo", en el que el estrés continuo inunda su sistema nervioso con oleadas de cortisol y adrenalina. De ese modo, su atención no se centra tanto en su trabajo, sino que se fija obsesivamente en sus preocupaciones, un estado que suele desembocar en el llamado síndrome del quemado (burnout).

La atención plena nos abre una puerta de acceso al flujo. Pero, cuando decidimos concentramos en una cosa, ignorando al mismo tiempo el resto, nos enfrentamos a una tensión constante, habitualmente invisible, entre dos regiones cerebrales muy diferentes, la superior y la inferior.

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