jueves, 21 de julio de 2011

EL MITO DEL LIDER. Dia 7.- Gestión del Cambio y Conflicto

Ya llegado de Bilbao aterrizo en las tierras Alicantes que me acogen en esta etapa de mi vida. Que cambio supone pasar de pasear con chaqueta a 18 grados, a que abran la puerta del avión y entre una bocanada de aire a 30 grados.

Bueno Rubia, hoy voy a dedicar este capítulo a la Gestión del Cambio, su lectura remueve mis pensamientos, me hace mirar atrás y recapacitar, e incluso ilusionarme en fortalecer un lazo emocional que hoy está debilitado por las a veces imprevisibles situaciones, apariciones e incluso acontecimientos de la vida.
En el oficio de capitán, dice Santiago Álvarez, o líder, me atrevo a añadir yo, por muy preciso y detallados que hayan sido sus planes y preparativos, está el cambio, testigo directo, discreto, imperceptible e impredecible en todo proceso humano. Dotar a la tripulación de la capacidad de respuesta requerida para un viaje de envergadura que puede resultar más largo y difícil de lo previsto es una función capital.

Líder y Cambio, son dos palabras que se solapan y entremezclan al igual que Líder y Conflicto como veremos al final de hoy.
Líder y Cambio. La primera tiene mucho que ver con la gestión exitosa de la segunda. Cambiar es conducir un grupo país hacia una mejora general, real y duradera.

Pero cuidado con el proceso y las expectativas crecientes.
John Kotter señala en Leading Change una actitud especialmente peligrosa ante el cambio. La Autocomplacencia es el enemigo público número uno de los cambios deseados y necesarios. Una persona soberbia, narcisista, prepotente, con escasa capacidad de autocrítica, vanidosa, que “se gusta” a sí misma, en el fondo temeroso e inseguro, es imposible que afronte un cambio hondo y sincero.

En el fondo la autocomplacencia y vanidad no surgen de la nada. Son hijas de un éxito que pocos acaban de digerir. Recuerdo una frase que mi padre repetía “El peligro de los hombres que se han hecho a sí mismos es que acaben adorando a su creador”
“La paradoja del éxito, es decir, que lo que nos lo trajo hasta donde estamos no nos mantendrá donde estamos, es una lección difícil de aprender”

Es sabido que nuestras debilidades, fobias e inseguridades construyen las trincheras que al cambio levantamos. Pero también nuestros puntos fuertes pueden traicionarnos. “Algunos gigantes de la psicología los son no a pesar de, sino precisamente por sus propias discapacidades y debilidades” señala Richard Farson en Management of the absurd.
Así, poseer una mente analítica, racional, capaz de establecer correlaciones causa-efecto de modo lógico y consistente, es un don que se aprecia y agradece. No obstante, hay que tener cuidado para que esa fortaleza no se convierta en un esquema rígido y frio incapaz de palpar y escudriñar en las variables mas ocultas de la realidad.

Gandhi aconseja “Tu debes ser el cambio que desees ver en el mundo”. Nos pasamos la vida queriendo cambiar el mundo (al jefe, vecino, compañeros cónyuge…) mientras que un mínimo examen y mejora de nuestra propia realidad personal se posterga y reprime sine die.
Así también, como al principio apuntaba, Liderazgo Y Conflicto son dos variables indisolublemente asociados.

Lejos de alergia y aversión a todo tipo de confrontación, Thomas F. Crum aconseja entrar a fondo a los recovecos y sutilezas de cualquier situación conflictiva para salir de nuevo de ella fortalecido.
“The magic of the Conflict”, Crum T.F.

LA NATURALEZA DEL CONFLICTO
El conflicto es natural, ni positivo ni negativo.
El conflicto es simplemente una introducción de una pauta en vigor.

La naturaleza usa el conflicto como la primera motivación para el cambio creando magnificas playas, cañones, montañas y perlas.

No se trata de si usted tiene un conflicto en su vida. Es lo que hace usted con el conflicto lo que marca la diferencia.
El conflicto no es lucha.

Ganar o perder son los objetivos de los juegos, no de los conflictos.
Aprender, crecer y cooperar son objetivos para resolver conflictos.

Resolver un conflicto raramente es determinar quién tiene razón. Normalmente, es conocer y apreciar las diferencias.
El conflicto empieza dentro. Cuando desenganchamos la carga de la creencia en los sistemas y damos paso a nuestras percepciones, queremos de modo más completo y libre”

1 comentario:

  1. ¿Por qué asociar cambio con conflicto?
    Un conflicto no tiene por qué derivar en cambio, y un cambio no tiene por qué venir de un conflicto.
    Cuando nos empeñamos en cambiar a las personas, nos convertimos en unos manipuladores.
    Los cambios deben ser resultado de una evolución y sobre todo deben partir de un conocimiento de las cosas, personas o hechos.
    Y el cambio no depende tan sólo de los demás... hay que partir de uno mismo.
    Es necesario practicar la humildad y la empatía. Sólo poniendome en el lugar del otro podré entender su postura.
    Deberian impartirse en nuestros colegios y universidades cursos de inteligencia emocional, gestión de sentimientos...y tendríamos mejores líderes...Perdón: todos seriamos mejores líderes de nuestras propias vidas, y per ende, mejores personas.

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